Una posada de ritmos sin fronteras

* Ecos del Mundo, Xiranda y Mexican Balkan Orkestar hicieron vibrar el C3 Stage con su fusión multicultural. Ritmos latinos y balcánicos se encontraron en una noche de baile, unión y energía desbordante, en la que al frío le hicieron frente el calor de la hospitalidad mexicana y el misticismo gitano fundidos en una festividad sin barreras

El viernes 19 de diciembre, el C3 Stage se transformó en un territorio sin fronteras. Bajo el nombre Posada Latin Balkan, el recinto fue testigo de un diálogo musical audaz y festivo que reunió a tres agrupaciones mexicanas unidas por un espíritu común: celebrar, a través del ritmo, la diversidad y la unión. El encuentro, curado por el trompetista Chemin Santillanes fue una celebración sonora donde el ponche caliente y los beats balcánicos dieron la bienvenida a un público que, con los pies listos para bailar, aceptó la invitación a un viaje colectivo.

Desde el inicio con la apertura de puertas a las 21:00 horas, la atmósfera fue de expectativa cálida. Con world music y sonidos balcánicos de DJ ambientando el espacio para los primeros asistentes, un mosaico generacional desde jóvenes en sus veintes hasta adultos de edad avanzada fueron recibidos con ponche de frutas, la tradicional bebida navideña, simbolizando que esta sería una velada de raíces reinventadas. Aunque al inicio el público era reducido, poco a poco el lugar se fue llenando hasta alcanzar su punto máximo con la agrupación principal.

Poco antes de las 22:00 horas, aparecieron sobre el escenario, Ecos del Mundo, una agrupación con alma gitana y espíritu nómada, tomó primero la posta. Su propuesta de world music funcionó como perfecto abrebocas: mezclas de salsa, cumbia psicodélica y ritmos del este de Europa hicieron que, el espacio frente al escenario se convirtiera en pista de baile. La voz de Giordana Galasso y el resto de músicos, marcaron la pauta para que los primeros asistentes se animaran a bailar en el espacio libre que tenían con temas como «Sunt singur pe mâna mea» o «Galeni ga sa ne xiomat». Su energía orgánica culminó con un gesto de comunidad: invitaron al escenario a Chemin Santillanes, a quien agradecieron por tejer este encuentro. Una muestra de que, desde el principio, la noche fue pensada como un círculo, no como una sucesión de actos.

Posterior a ellos, le tocó el turno a Xiranda, quienes celebraron una década de trayectoria con su GypsiFolka & Rumbalcanica, demostrando maestría en el arte de la fusión. Experimentar cómo un huapango se entrelaza con una polka o una tambora con el klezmer es entender la verdadera identidad de México y la música; su set fue una celebración del pueblo global, entrelazándose en una danza que envolvió a los presentes, inspirado en la ciranda brasileña, danza circular de raíz comunitaria y de la cual proviene el nombre de la banda. Temas como “Doina / Mazatepec”, «Malabares», «Huapacó», “Gitana”, y «Maskedonsko» mantuvieron arriba el ánimo en una verbena popular, reafirmando su búsqueda de honrar tradiciones mexicanas con un abrazo abierto al mundo. Su agradecimiento al artífice de este evento, Chemin, reforzó el sentido de hermandad que respiró toda la noche.

Pero el clímax llegó los minutos previos a la media noche con la Mexican Balkan Orkestar. Dirigidos por el propio Santillanes, encendieron la yesca con la energía vibrante de su EP homónimo que estaban presentando. Desde el comienzo con “Pobendnički čoček”, la conexión fue eléctrica. La fusión no sonó a collage, sino a un lenguaje nuevo: el “Balkan de Colima” sonó a raíz compartida, “Niño Perdido» al estilo balkanpunk a rebeldía transcontinental, y “Paloma Negra”, interpretada solo por Chemin en la guitarra acompañado del acordeón, brindaron un momento de lírica intimista que conectó el folclor mexicano con la nostalgia, en un diálogo entre la pasión latina y la bravura balcánica.

Siguiendo la premisa de que «La música es el mejor vehículo para llevar el mensaje universal del amor y de la unidad.» del propio Chemin, el show escaló hasta un momento apoteósico donde los músicos bajaron del escenario para confundirse con el público en un baile frenético, borrando por completo la línea entre artistas y espectadores, dando paso al cierre que entregó una explosión de comunidad con “Siki bah bahs samba concek intro”, donde músicos de las tres bandas aparecieron en el escenario para tocar juntos, terminando la velada pasada la 01:00 hrs con un salón lleno de cuerpos sudorosos y sonrisas amplias.

La Posada Latin Balkan demostró que la música, cuando es auténtica y generosa, no conoce de geografías rígidas. Fue una noche donde, como lo indica el nombre del tema interpretado “Tamo daleko/Dios nunca muere”, la lejanía se hizo cercanía, y el ritmo fue el único pasaporte necesario. Una celebración no sólo de fin de año, sino de la posibilidad de que, en un mundo dividido la música puede ser un punto de encuentro real y aún podemos bailar juntos bajo un mismo compás.

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