Texto: DAVID MELÉNDEZ
Las despedidas, siempre son ingratas, menos las de Adanowsky. Sobre todo cuando, al despedirse, decide dejar atrás lo que siempre ha hecho: matar el alter ego en turno que utiliza y cambia a diestra y siniestra. Ya lo saben, con cada disco estrena personalidad y personaje. Así que con Ada (2014), su más reciente placa, la cosa sucedió tal cual: Adanowsky se presentó como Adanowsky y al finalizar su presentación dejó de ser Adanowsky; ahora será simplemente “Adán” y, tentativamente, estrenará nuevo disco a principios del 2016.
De entrada, el atractivo de la noche fue escuchar la banda telonera, Gush, un cuarteto francés que factura un pop comedido con visos de rock. Los que conozcan bien a Adanowsky, sabrán de antemano que Gush son grandes amigos suyos (vaya, casi hermanos) y al haberlos traído, Adanowsky mató dos pájaros de un tiro, pues los presentó en directo por primera vez en Guadalajara y también utilizó a dos de sus integrantes para su presentación.
Ahora bien, ¿qué podemos decir del directo de Adanowsky? Sencillamente fue una salvaje entrega de clásicos de toda su historia (“El Ídolo”, “Estoy mal”), con verdaderos trancazos pop (“Dancing to the radio”) y oleaje disco con mar picado (“Sexual Feellin’” y “Rock Me”).
Sus coreografías, pasos de baile, contoneos lascivos y ese despliegue de pirotecnia sonora sobre el escenario, hicieron de este Adanowsky un verdadero pandemonio de fiesta. Basta recordar la canción que se alargó eternidades (“Would You Be Mine”) y que sirvió de jam perfecto para presentar a sus músicos y, de paso, seguir despidiéndose de esta etapa suya, teniendo de fondo a cerca de alrededor de 600 tapatíos presentes en el Teatro Estudio Cavaret.
Atentos a la nueva encarnación del otrora artista llamado Adanowsky. Y no esperaremos mucho porque justo al arranque de 2016 lo sabremos de su bendita voz.







