Texto: DAVID MELÉNDEZ
Ante el terremoto, sólo basta esperar la calma.
Y el Festival Epicentro provocó reacciones telúricas entre los alrededor de ocho mil asistentes a su cierre de actividades justo donde la avenida Chapultepec casi finaliza para toparse de frente con la Glorieta de los Niños Héroes.
Desde temprana hora se sentía que la noche se volvería una sucursal de la euforia, porque el cartel estaba netamete bárbaro. La sorpresa con la se toparon los asistentes antes de arrancar las vicisitudes sonoras, fue que desde la glorieta y hasta la calle Vidrio, se había «cercado» la zona y habría control riguroso de envases de vidrio y objetos que significaran un peligro si fuesen lanzados por los aires. Lo mismo ocurrió con las bebidas alcohólicas: no podían ingresar al perímetro marcado por las autoridades municipales.
Pero los ánimos no se amilanaron y la fiesta arrancó a las 18:35 con Morenito de Fuego y lo primero que comunicó a los poco más de 400 presentes que en este momento se encontraban listos para disfrutar del festival, fue una somera disculpa por la tardanza en salir pero es que, dijo, «a la bandita abridora no la iban a dejar hacer prueba de sonido». Especificado lo anterior, el proyecto regio que mezcla a destajo cumbia, rock, bachata, reggae y ritmos latinos a diestra y siniestra, demostró que sus directos son pólvora pura. Vaya, el público bailó como poseso y cuando atacaron su corte «Mala copa», subieron a niños, chicos y chicas a bailar sobre el escenario. Y el aplauso, se lo ganaron con creces.
Enseguida, siguió esta dinámica de pasar a expositores sobre el escenario, algo que no cuaja del todo para un evento masivo de música. Es obvio que pocos prestan atención a las palabras con alto grado de «positivismo» innovador y el abucheo, bromas, arengas y gritos contra los que tienen el micrófono son la talante. El público quiere música, no historias de éxito que, en este justo momento y situación, no es recomendable querer meter con calzador, máxime cuando algunos oradores no poseen la dicción necesaria para salir de apuros y nervios.
Regresando a las corrientes sonoras, para cuando subió Torreblanca los ánimos comenzaban a ponerse al rojo vivo. Su set fue miel sobre música y ese estilo tan curioso de pop nerd emocional, se coló por todos los rincones de la zona. Aunque Torreblanca aseveró eso de «tenemos nervios», en ningún momento se le notó dubitativo a la hora de interpretar sus canciones. Su participación disparó cortes como «Lobo» y la archirequeteconocida «Roma» (que se volviera masiva por su utilización en un anuncio de Telcel). Antes de interpretar su tema «Sí», invitó a la cantante cubana nacionalizada tapatía Leiden, que aportó su delicadeza vocal y generó una ovación muy emotiva.
Pero el tsunami dio inicio con A Band Of Bitches. Enfundados en sus clásicas máscaras y con la consigna de aniquilar toda tranquilidad, su directo llenó la atmósfera de norteño, pop, cumbia y rock. Y como siempre, fue curioso observar cómo las personas se vuelven maniacas a la hora de escuchar los primeros acorde en Bajo Sexto de «Noreste caliente», una de esas canciones que no pueden faltar en cualquier fiesta nocturna.
Para cuando WhoMadeWho disparó sus primera secuencias en sintetizadores, miles de personas colmaban casi toda la zona de vallas. Su tercera visita a Guadalajara volvió a ser un vendaval de sudor y baile. Tomas Høffding, Jeppe Kjellberg y Tomas Barfod, saben perfectamente llevar la curvatura de intensidad de sus directos y éste, no fue la excepción. Canciones como «Inside world», «Keep me in my plane» y «The sun», sonaron ríspidas y a la vez envolventes, con ese ritmo tan característico de sus melodías entre pop bañado en cadencia electrónica. Pero las cosas no terminaron ahí, puesto que Jeppe Kjellberg se tiró hacia la multitud para hacer un efímero body surfing y Tomas Høffding, por su parte, se puso a hacerle al equilibrista al caminar sobre el filo de la valla frontal mientras decenas de manos querían tocarlo y «regaló» una botella de tequila al público.
Y al final, Plastilina Mosh entregó el alma en su directo. Tenían años sin pararse sobre un escenario y sus canciones tuvieron la garra bien afilada, como si apenas un día antes hubieran dado un concierto en alguna otra ciudad. Alejandro Rosso y Jonás son unos músicos de primer nivel y, sobre todo, desfachatados. Tocaron las canciones justas («Human Disco Ball», «Niño bomba», «Mr. P. Mosh», «Peligroso pop», «Te lo juro por Madonna», «Nalguita», «Oxidados», entre otras) y elevaron la temperatura a niveles insospechados.
Una somera felicitación a todo el equipo del Festival Epicentro y ojala que en 2016 superen este excelente cartel de cierre y le ofrezcan al público tapatío, una caja de sorpresas sonoras perfectas.
Pd. Después de que el festival terminó, Jonás realizó un dee jay set en el Rusty Trombone donde la noche se alargó para beneplácito de los fiesteros etílicos.
Epicentro – Festival de Innovación 2015
Más que una fiesta, una celebración… la crónica completa:…Posted by Nine Fiction on viernes, 20 de noviembre de 2015





























