Texto: DAVID MELÉNDEZ
Un cuarto de siglo sobre los escenarios no es cosa fácil de alcanzar.
De hecho, este fin de año de 2015, Lacrimosa llega a 25 años de vida y está dando la vuelta por el mundo para festejar estos cinco lustros donde el mundo ha cambiado bastante. Lejano está aquel año de 1990 cuando arrancó la carrera de Tilo Wolff y formó este proyecto teutón al que unos años después integraría a la cantante Anne Nurmi (en 1994) y que, desde entonces, forman una dupla inseparable de encanto sinfónico, metal y algo de electrónico entre oscuro y celestial, que lleva por nombre Lacrimosa.
Las modas y corrientes han ido y venido por todos los continentes y ellos siguen en su propio viaje sonoro.
Y Guadalajara estuvo incluida en estos festejos, con la alegría agregada de que llegaron con nuevo disco bajo el brazo (el número 17) titulado Hoffnung y del que ya presentan en directo algunos temas como “Unterwelt”, “Die unbekannte Farbe” (que en directo suena impresionante con esos detalles sonoros casi en cámara lenta y una pasmosa tranquilidad que va desapareciendo conforme avanza el tema) y “Der Kelch der Hoffnung”.
Como siempre, la entrada a su concierto en C3 Stage fue inmejorable, con alrededor de 700 personas y todas entregadas a su manera muy personal, ya sea siguiendo los aspavientos tan característicos de Tilo con sus brazos y manos, o cantando como hipnotizados canciones como “Der morgen danach”.
Al arranque del directo, los presentes pudieron constatar que Tilo sigue en recuperación de su fractura de pie que sufriera a principios de noviembre, portando con orgullo un bastón y sentado en la mayoría de las canciones. Aunque hay que destacar que esto no impidió a Tilo dejarse llevar por la emoción de estar cerca de sus fanáticos, pues varias veces se levantó y aproximó a la orilla del escenario. Aunque varias personas le recomendaron que “cancelara” esta gira, Tilo se negó a finiquitar el Unterwelt Tour, máxime cuando ese mismo mes que sufrió este accidente es la fecha que se cumplen estos dichosos 25 años de vida de Lacrimosa.
Y las más de dos horas de directo en Guadalajara fueron impecables, sin fisuras. Resulta elocuente la potencia de la voz de Tilo y Anne Nurmi (cuando toma el idrófono para interpretar algunos temas), sin desbarrancos que puntualizar. Y con canciones tan envolventes como “Feuer”, “Schakal”, “Lichtgestalt”, “Apart” o “If the world stood still a day”, la velada corrió como agua entre las manos de los asistentes. El tiempo voló con esa presencia vocal magnética de Tilo y Nurmi atacando los sintetizadores que todo lo vuelven majestuoso y etéreo.
Sin lugar a dudas, hay Lacrimosa para rato y ayer en Guadalajara se vivió uno de esos conciertos que se guardan en la memoria para soñarlos en solitario o compartirlos con la emoción que dan las anécdotas sonoras entrañables.
