Texto: DAVID MELÉNDEZ
En el caso de Zoé, no existen medias tintas.
Es curioso pero desde sus inicios, su música ha sufrido extremos y ambivalencias; ya saben, que si han copiado, que si han abierto puertas, que si son la mejor banda mexicana de la última década, etcétera.
Detrás de todo, resulta increíble el empuje que poseen dentro de las masas. Lugar donde se presentan, llenan y hasta su directo se vuelve una locura de gritos y emociones.
Para su última visita de 2015 a Guadalajara, coparon el Auditorio Telmex con más de nueve mil personas. Afuera del recinto, muchos revendedores incluso hacían hasta lo imposible por conseguir un boleto “libre”, porque sabían que, fácilmente, podrían venderlo al doble del precio marcado.
Las actividades sonoras arrancaron temprano, minutos antes de las 21:00 horas, con la novel banda Costera, que entregó un breve directo y “se promovió” bastante sobre el escenario, algo que generó ciertas críticas entre los presentes. ¿La razón? Al no tener un disco debut en forma y tocar el que será su primer sencillo a promover, “Vuelta atrás”, su vocalista esgrimió eso de “(esta canción) la van a estar cantado todos el año que viene”. Cuando una banda tiene tanta seguridad, por lo general sólo suceden dos cosas: o pasa el milagro de que la predicción se vuelva realidad, o que no ocurra absolutamente nada y las palabras queden flotando sobre el aire. Veremos qué sucede con este rock comandado por riffs de guitarras hervidas en potencia alternativa.
En lo referente a Zoé, su directo explotó quince minutos antes de las 22:00 horas. Como ya es costumbre, el inicio lo dio “Dos mil trece”, para luego continuar con “10 AM”, “Fin de semana”, “Últimos días” y así sucesivamente, en un calce de setlist que tienen meses haciéndolo casi lineal.
Lo quisquilloso con respecto a lo que parece un directo perfecto, es que León Larregui y compañía carecen ya del factor sorpresa. Son, sin lugar a dudas, una gran banda que puede extasiar a sus fanáticos con infinidad de canciones. Pero esto de repetir sus directos con escasas variaciones entre ciudad y ciudad (a lo mucho una o dos canciones distintas a las “encasilladas” entran o salen), los vuelve predecibles y no se le encuentra ningún atisbo de exaltación para volver memorable una velada. Vaya, ese grato “regalo” del cover de “Lucha de gigantes” de Nacha Pop al lado de Café Tacvba en el Auditorio Nacional, debería de ser el camino a recorrer para que su leyenda se mantuviera incandescente.
Por el momento, Zoé necesita parar (cosa que ya harán y se agradece) y encerrarse a preparar nuevo disco y que su historia no se corrompa para que siga impoluta.







