Texto: David Meléndez
Un mes después de las vicisitudes, siempre es recomendable hacer memoria.
Fue un trampolín de memorias pasadas la más reciente presentación de Caifanes en Guadalajara este pasado 12 de diciembre de 2015, sobre todo si tomamos en pequeña cuenta que regresaron para reactivar y revivir la Concha Acústica del otrora Parque Agua Azul de la Perla Tapatía. El Gobierno del Estado de Jalisco promete engrasarlo debidamente durante este 2016, así que se esperan más conciertos en este escenario de concreto al aire libre que recién recibió su debida manita de gato para dejarlo en perfectas condiciones de operación.
Mas no estuvieron solos, sino que se hicieron acompañar por legendarias bandas locales que han pasado ya el filtro local para amalgamarse con la totalidad del territorio mexicano desde hace muchas primaveras: Machingón, Los Garigoles y Cuca.
De entrada, esta fecha será recordada para siempre por los más de ocho mil asistentes, puesto que sufrieron la mojada más persistente y constante de la que se tenga noticia en cuestión de conciertos y eventos masivos realizados en 2015 en Guadalajara. Sí, una incesante lluvia estuvo presente de principio a fin, e incluso generó un apagón de alrededor de quince minutos durante el set de Los Garigoles. Lo anterior, no pasó a mayores, ya que su baterista Yahoo Verdia sacó adelante dicha ausencia de electricidad con una especie de «solo» de batería, el cual fue vitoreado por todo el front row, mientras que los demás integrantes mantuvieron la calma y supieron esperar estoicamente ante semejante adversidad.
Por su parte, Machingón agradeció que, a pesar de ser la banda abridora (arrancó a las 17:40 horas), tuvieran más de 300 personas soportando el insistente chipi-chipi y mostrando ánimos de explosividad absoluta. Y, como era de esperarse, ese tema de «Repegón de camarón (380)» fue recibido con el debido slam y el coro masivo.
Con Cuca, las cosas ya fueron poniéndose candentes y José Fors se la pasó siendo ese frontman contestatario, aguerrido y lleno de nuevos bríos, con la presencia titánica de Alejandro Otaola en guitarra y haciendo de los cortes clásicos de la banda, bloques férreos de dureza absoluta en cuestiones de rock. Además, Otaola también hizo su pequeño homenaje al recientemente fallecido vocalista de Stone Temple Pilots, Scott Weiland, al interpretar las primeras notas del tema «Plush», tras finalizar el corte «La pucha asesina». Cortes como «Cara de pizza» y «La balada» son clásicos de las masas jaliscienses, puesto que se cantan a rajatabla, sin importar que alguien cometa un fuera de tono o el cansancio esté aminorando las expectativas.
Y como era de esperarse, Caifanes paró los latidos del corazón e inició el coro al unísono de todos los presentes. Aunque poseen interminables himnos atemporales, hay que destacar que la ausencia de Alejandro Marcovich (ahora sí ya por fin, «corrido» de por vida después del reciente «romance a fuerzas» que vivió antes de lanzar la estocada final para separarse por fin de su banda máter) se escucha por cualquier punto, interludio, solo de guitarra o arranque de canción. Quizá los primeros temas de Caifanes son los que menos lo resienten («Viento», «Mátenme porque me muero», etcétera), mas canciones como «Miedo», «Debajo de tu piel» o «Afuera», en verdad llegan a sonar vacías y dan la sensación de que alguien les robó un pedazo de su ser sonoro. Aún así, Caifanes, la célula de pasión de Caifanes dentro de la psique de las masas, hace que estos escurridizos detalles se olviden.
A destacar de su presentación, la colaboración vocal lasciva y decadente de José Fors en el obsesivo tema de «Será por eso» y el final de película con «La Negra Tomasa», donde invitaron al Javis de La Revo, para ponerle su toque guapachoso en guitarra y redondear la canción con ese ritmo tan personal que se carga una de las leyendas del rock tapatío y, que todavía, está más que activo.
Pasadas las 23:00 horas del día 12 de diciembre, una retahíla de «sopas humanas» emprendió el regreso a casa, con las cuerdas trituradas de tanto cantar Caifanes, Cuca, Garigoles y Machingón, los zapatos chacualeando todo el terreno de salida de la Concha Acústica y mojados hasta el alma.




































