Texto: DAVID MELÉNDEZ
En el preciso momento en que los conciertos se vuelven una erupción de lava emocional, todos los presentes se vuelven obsecuentes.
Sí, de un momento a otro, corean todo lo que se les pide, brincan todo lo que se les exige, aplauden todo lo que se le implora y simplemente, se vuelven una especie de zombies al servicio de la música. Y la presencia de la banda irlandesa de Two Door Cinema Club en plena tierra tapatía, hizo de todos los presentes en el Teatro Estudio Cavaret, entraran en una especie de aquelarre donde los músculos jamás flaquearon.
De entrada, la noche de miércoles fue más que especial, sobre todo porque el Cavaret tenía infinitos meses que no lucía casi al tope (sin exageraciones estaban dentro de su perímetro unas tres mil personas) y, a ojo de buen cubero, retacado hasta las cachas, con cero espacio en todo el front row para que los que llegaron más allá de las 22: 00 horas no tuvieran ni siquiera la oportunidad de traspasar la barrera humana ahí estática y plantada para disfrutar de un concierto que fue, técnicamente brutal.
El turno de arrancar la velada, corrió cortesía de la banda originaria de Dublín, Delorentos, que fue de menos a más durante su actuación. Aunque poseen más de cinco discos en estudio y ser en sus tierras natales una especie de «banda icónica», en zona mexicana son escasamente escuchados. Pero, seguramente, los que no conocían su sonido de rock alternativo brioso, salieron buscando parte de sus discos por toda la Internet.
Ahora bien, lo de Two Door Cinema Club fue estruendo de tormenta para arrasar poblaciones. No hubo menos a más, sino un largo derrotero alargado donde cada canción cayó como bomba atómica sobre la psique de los presentes. Es cierto, ayuda que sus tracks sean una especie de hit perpetuo (sea el que sea), con ese frenetismo de pop alternativo que revienta cualquier estado de tranquilidad. Lo anterior quizá suene a que el Cavaret se volvió una multitud salvaje al momento de bailar, pero no; salvo la parte delantera, los asistentes saltaban en su propio espacio o cantaban sin tope y tratando de reventar sus cuerdas vocales.
Entre ese maremágnum de temas que exprimieron hasta la última gota de sudor de los cuerpos, se escucharon «Sleep alone», «Do you want It all?», «Undercover Martyn», «This is life» y «Sun», fueron parte de ese carrete de estamina chorreante que puso de cabeza al Cavaret.
Y la tríada con que Two Door Cinema Club cerró la noche, los fuegos artificiales sonoros de «Someday», «Cigarettes in the theatre» y «What you know», pusieron el broche de oro a una noche infernal, donde todos los demonios del jolgorio salieron a buscar el exceso de la alegría y la fiesta.













