Texto: DAVID MELÉNDEZ
Increíble pero cierto: Gegerly Bogányi fue recibido con un súbito temblor un par de horas antes de su presentación en el Teatro Degollado. Además, sucedió lo que nunca: la función fue retrasada por Protección Civil más de 60 minutos para asegurarse que el teatro estaba por demás seguro para recibir a los cientos de personas que desde tamprana hora se dieron cita. Momentos antes de arrancar el concierto, el director del Festival de Mayo, Sergio Alejandro Matos, brindó unas palabras de agradecimiento por la paciencia del público ante las revisiones de las autoridades competentes al Degollado tras el suceso sísmico.
Pues, bien, Bogányi arrancó de forma súbita con los cuatro Impromptus Op. 90 de Schubert y lo realizó de forma magistral. Sus trinos delicados y su carácter pastoril, fueron abordados por Bogányi con una naturalidad que al instante cautivó todos los oídos. Para cuando atacó la Apassionata de Beethoven, el pianista húngaro tomó al genio de Bonn de forma explosiva, mientras que las cadenzas fueron limpias y casi como si estuvieran forradas con terciopelo. Claro, para algunos puristas el acercamiento de Bogányi tal vez pueda parecer abrupto y matando la zona delicada de ciertos pasajes, pero en general la Apassionata fue recibida con sendos vitoreos.
Después del intermedio, siguió la Sonata Para Piano BB88 (Sz80) de Bartók y Bogányi supo comandar las arritmias propias de la pieza y embelleciendo los acordes fracturados de folk, con una elegancia apabullante. Para cuando llegó el su segundo movimiento, en verdad nos transportó a una especie de película de terror lúgubre y sombría, con ciertas disonancias y un ritmo cadavérico. Casi al final, las tres obras de Lizst («Un sospiro», con su cruce casi acrobático de manos; «La leggierezza» y «Rhapsodie Espagnole») en verdad pusieron al público en estado festivo. Y como era de esperarse, tras cuatro veces de regresar al escenario por la cantidad de aplausos que le llovieron (más un ramo de rosas de regalo), soltó un par de encores de Chopin (incluido el Minute Waltz Op.64), terminando la velada casi a la medianoche.




