
CONTRATIEMPO
Director: Oriol Paulo. Con Mario Casas, Ana Wagener, José Coronado y Bárbara Lennie. Duración: 106 minutos. Distribución en México: Amarok Films.
Texto: DAVID MELÉNDEZ
Cualquier martingala, por más nimia que esta sea, puede mutar dentro de una mente que analiza su entorno con ojo clínico.
Con la premisa anterior, Oriol Paulo —el cineasta barcelonés que nos sedujo con esa ópera prima magistral llamada El Cuerpo (2012) y pariera parte del guión de la suculenta Los Ojos de Julia (2010)—, consigue una mortífera cinta donde el suspense se cosecha a cada fotograma y genera puntos de tensión básicos gracias a la unión de música con cada acción de los personajes principales. Incluso es un whodunit lato, extendido y hasta vasto, con pirotecnia detectivesca para desorientar criterios. Y para rematar el círculo de ensimismamiento en el espectador, presume en pantalla unas transiciones dignas del mejor de los artesanos visuales, mostradas con gallardía y temple.

Contratiempo es, básicamente, un diamante pulido donde la vorágine de la historia —donde conocemos a Adrián Doria (Mario Casas), un empresario de caché que es inculpado de asesinato y él, con la menor de las penas, se declara inocente en toda la extensión de la palabra, pero para que su cuartada sea “perfecta” contrata los servicios de la mejor preparadora de testigos del país, Virginia Goodman (Ana Wagener), con la que trabajará una noche para construir su defensa—, va presentando cada uno de sus lados mientras discurren los minutos. Pero esta superficie lisa por donde pasan sin trabas las intrigas, se fortifica con la inmejorable banda sonora de Fernando Velázquez y esa fotografía donde hay una ebullición de contraluces, puesto que Oriol maneja para el tiempo pasado tonos sigilosamente fríos y para el presente arremete con pardos y ocres; aparte, también las locaciones provocan prístino contraste pues todo sucede entre la tranquilidad de la montaña y la indiferencia de la mancha urbana de Barcelona.
Al final, Contratiempo separará a dos tipos de espectadores (uno que saldrá vanagloriando cada segundo y otro que quedará meramente complacido), ya que como obra global tampoco es perfecta (porque al público no se le mantiene engañado hasta el último minuto, porque los cabos se van atando con riguroso orden) y su principal atractivo es que cualquiera quedará entretenido si se adentra a su universo visual.