*Luego de casi 60 años de carrera, el cantautor Joan Manuel Serrat se despide de los escenarios. El último encuentro con sus seguidores fue en el Auditorio Telmex.

Los “Andares” del trovador catalán están llegando a su fin. El eterno revolucionario de sangre mediterránea Joan Manuel Serrat llegó al Auditorio Telmex por última vez el pasado jueves 12 de mayo para convivir con su público tapatío en una escala de su gira “El vicio de cantar. 1964-2022” que marca el adiós a los escenarios con una intensa revisión de sus grandes éxitos.
Con la puntualidad distintiva de una generación formada en las “buenas costumbres”, más de cuatro mil asistentes que, predominantemente, “ya peinan canas” se dieron cita en el auditorio algunos solos, otros en grupo y algunos más acompañados de sus hijos o sus nietos, varios de los cuales estarían por primera vez ante el personaje.
Alrededor de las 21:00 hrs., la penumbra invadió el auditorio y la pantalla gigante dejó de proyectar el monumental autógrafo de Serrat para mostrar un despliegue de imágenes coloridas. Un discreto grupo de músicos conformado por saxofonista, guitarras, piano, voces y bajo tomaron sus lugares seguidos por un alegre y conmovido Joan Manuel Serrat que se apersonó en el foro con toda su luminiscencia a la par de los acordes de «Dale que dale».
«Hoy he venido a despedirme de ustedes personalmente, pero que quede claro que este no es mi último concierto, pasado mañana estaré por Monterrey, gracias por las expresiones de cariño, pero no sean demasiado afectuoso porque estoy demasiado sensible y quién sabe si llegaré al final del concierto» declaró visiblemente emocionado a la vez que bromeó con la posibilidad de que no pudiera terminar el concierto y este se volviera memorable por lo mismo, así que recomendó guardar bien el boleto para poder presumir «Mira, ahí estuve».

A partir de aquí, la noche fue del músico, sus clásicos y su gente. Temas como «Mi niñez», «El Carrusel del Furo», «Romance de Curro el Palomo» , «Señora», «Lucía» fueron sucediéndose uno tras otro estimulando la nostalgia y el recuerdo. «No hago otra cosa que pensar en ti» sirvió de antesala a un sentido discurso de introspección que un espontáneo aderezó al extenderle un sombrero de charro. «Eso no me lo pondré«, exclamó el catalán, sin embargo accedió a usarlo y no sólo eso, sino que entonó una pequeña estrofa de la canción mexicana «Me he de comer esa tuna».
En «Las nanas de la cebolla», aprovechó para honrar a dos personajes entrañables: el poeta Miguel Hernández, autor del poema cuyo recuerdo debe ser, según en cantautor, «deber del mundo, deber de España, deber de la gente y deber del amor» y, por otro lado, al recientemente fallecido músico argentino Alberto Cortez quien dotó de música a la obra.
Regresando a los clásicos, entonó «Para la libertad» y «Cansó de Bresol», tema en catalán con el que recordó anécdotas de su infancia en Barcelona y dedicó a su madre, en primera instancia, pero también a todas las madres presentes con una disculpa por traerla con dos días de atraso y reconoció que el deber de madre es «uno de los deberes más hermosos que existen y una de las cargas más malagradecidas que hay».
La noche persistía entre canciones y discursos, recuerdos y despedidas temas en español y catalán, pero siempre con un Serrat fresco y unido fraternalmente a sus músicos a los que presentaba con gran entusiasmo. Entonces desfilaron más canciones memorables, la jubilosa «Hoy puede ser un gran día» con sus multifacéticas Mona Lisas en la pantalla; la tierna «Aquellas pequeñas cosas»; el entrañable canto de identidad de «Mediterráneo»; el recuerdo del poeta Antonio Machado en «Cantares» y «La Saeta»; la introspectiva «De vez en cuando la vida»; la alegre y controversial «Fiesta» en su versión original, dejando en el olvido aquella versión mojigata obligada por el franquismo; la trágica «Penélope»; el himno a los niños con «Esos locos bajitos» ; la romática «Tu nombre me sabe a yerba» y cerrando con broche de oro » Los Fantasmas del Roxi» y «Sinceramente tuyo».
Los interminables aplausos y ovaciones no fueron para menos. El trovador de las causas justas, el perseguido político pero sobre todo el cantautor carismático y tremendamente poético estaba llegando al final de un camino que, como menciona Antonio Machado en «Cantares», lo hizo al andar.
Serrat siguió su gira el sábado 14 en Monterrey y mañana miércoles 18 y jueves 19, dará dos conciertos en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, despidiéndose con ellos de los foros de nuestro país.

Texto y fotos: Luis Gómez Sandi «Lags»