*El multi instrumentista inglés, Jacob Collier, se presentó en el Teatro Diana para dar muestra de su talento y mostrar su identidad musical por primera vez en la Perla Tapatía

Un escenario totalmente simple, un piano de cola al centro, un tololoche, dos guitarras acústicas, una eléctrica, un teclado y un juego de luces minimalista, fueron suficientes para sumergir, durante más de dos horas, al público tapatío, quienes se mostraron participes en cada paso que dio el artista.
Pasadas las 21:00 h, Jacob Collier salió corriendo con su figura delgada, de pantalón verde y camisa blanca, sometiendo al público, inevitablemente, al unísono coro de «Guadalajara, Guadalajara», creando una atmósfera inexplicable.
El prodigio británico introdujo al piano con “What a Wonderful World” de Louis Armstrong y “Can’t Take My Eyes Off You” de Frankie Valli, antes de dirigir “Guadalajara, cómo están ustedes, yo soy Jacobo”, agradeciendo y despertando un poco de humor por su simplicidad.
El londinense se colgó la guitarra acústica para continuar con “Little Blue” fusionando con un dominio y una sensibilidad muy particular “Hideaway”.
Un ingrediente primordial del espectáculo es la interacción, Collier sabe guiar totalmente, haciéndoles partícipes, en modo obediente, pero apremiante, logrando entre ambos una armonía como muy pocos pueden hacerlo.
El repertorio fue un vaivén entre temas propios y covers, las palmas y la entrega del conglomerado en himnos como “Beyond the Sea” de Charles Trenet, la acústica “I know (a little)”, la romántica “Can’t Help Falling in Love” de Elvis Presley, el folk en “Don’t Think Twice, It’s All Right” de Bob Dylan, el soft rock “Human Nature” de Michael Jackson, el britpop en “Bitter Sweet Symphony” de The Verve, unificada a la aclamada “Bésame mucho”, de la autora mexicana Consuelo Velázquez, desataron una complicidad que hasta lágrimas provocó.
Jacob es capaz de construir un universo sonoro, sin compañía, más que la del propio público; de un lado a otro, incluso, en medio de la multitud, sin instrumento alguno, mueve a las masas casi sin esfuerzo.
Todos hacen voces, aplauden, imitan animales y sonidos de naturaleza; él declama, se monta en cualquiera de sus artefactos, bromea y regresa al canto: “All I need” fusionándose con “A rock somewhere”, “Blackbird” de The Beatles y “Somebody to Love”, fueron sus armas de despedida.
Un último juego de voces y el conglomerado se pone de pie: “¡Oé, oé, oé, oé, Jacob, Jacob!”, el cual hace que no se vaya. Regresa y complace, “We Will Rock You” de Queen y “Billie Jean” de Michael Jackson, suman las 19 canciones de un show que ojalá se vuelva a repetir.
Texto: Eduardo Roel Fotos: Roy Arce








