*Hace 25 años, en Suzuka el 8 de octubre del 2000, Michael Schumacher devolvía la corona mundial a Ferrari tras una espera de 21 años. Fue un momento para la historia, el punto de partida de la época más gloriosa del Cavallino en la Fórmula 1
Ferrari no celebraba un título de pilotos desde 1979 (con Jody Scheckter). En los años previos, Schumacher ya había rozado la gloria: en 1997 y 1998 se disputó el campeonato hasta el final ante Jacques Villeneuve y Mika Häkkinen, mientras que en 1999 un accidente en Silverstone lo marginó justamente en el tramo decisivo.
La temporada 2000 fue una batalla constante, Schumacher arrancó dominando con tres victorias consecutivas, pero pronto vinieron errores y abandonos que reabrieron la lucha. Cuando llegó a Japón, llevaba una ventaja justa sobre Häkkinen, pero necesitaba asegurar. En clasificación se impuso por apenas 0,009 segundos. En carrera, una estrategia paciente y la parada decisiva le dieron el margen para superarlo por 1,8 segundos. Fue suficiente para coronarse campeón.
Ese título no fue sólo un número, marcó la conformación de un equipo compacto, con Schumacher como pilar, respaldado por Jean Todt, Ross Brawn Rory Byrne un dream team con una visión compartida. Durante los siguientes años, Ferrari y Schumacher sumarían cinco campeonatos consecutivos entre 2000 y 2004, consolidando lo que parecía una dinastía.
Pero esa época dorada no ha vuelto. Ferrari lo ha intentado con Kimi Räikkönen (último campeón rojo en 2007), con Fernando Alonso, con Sebastian Vettel, ahora con Leclerc o Lewis Hamilton. Algunos han tenido ocasiones, otros simplemente no lograron la consistencia esencial. En 2010 y 2012 Alonso llegó a la última carrera con opciones reales, pero no culminó.
Las razones del declive son múltiples, los constantes cambios en los reglamentos han exigido adaptaciones complejas; dentro de la propia estructura de Ferrari ha habido enfrentamientos internos, decisiones controvertidas, falta de esa unidad imbatible que tenía el equipo en los años de Schumacher; la precisión estratégica muchas veces ha fallado; los rivales innovaron más rápido o mejor; y en ciertos ciclos técnicos Ferrari sufrió fallas de confiabilidad o carencias en el motor.
Hoy, a 25 años de aquel triunfo en Suzuka, el recuerdo permanece como una referencia inalcanzable. Pero también como una referencia de lo que podría renacer, Ferrari sigue siendo gigante, con tifosis apasionados, con pilotos talentosos. El desafío está en volver a construir no un súper coche, sino un equipo entero con propósito, ambición y armonía.
Texto : Grace Amaral