*La noche del viernes 17 de octubre se tiñó con vibrantes y psicodélicos sonidos. El C3 Rooftop fue testigo de un sold out de Los Espíritus y su poderoso abridor, Colores Santos, confirmando que el buen rock no conoce fronteras

El rooftop del C3 Stage se convirtió, por unas horas, en un santuario para los amantes del rock con sabor a psicodelia. El venue se llenó ante el deseo de los tapatíos de ver a una de las agrupaciones más interesantes del rock argentino, abarrotándolo desde minutos tempranos, acompañando a los encargados de iniciar el evento, demostrando el fervor que despiertan los sonidos auténticos.
El prólogo del encuentro se dio con la agrupación tapatía Colores Santos. Su puntual aparición en el escenario a las 22:30 horas, marcó el punto de partida para que estos artesanos de canciones y viajeros del arte sonoro invadieran con su música, frente un público ávido de emociones. Héctor Moya y compañía, ofrecieron un bálsamo de aplicación auditiva con una dosis de aproximadamente 40 minutos. Con ese estilo que les caracteriza, fueron la chispa perfecta para encender los ánimos de los fans.
Interpretaron varios de sus éxitos y presentaron en vivo su nuevo sencillo, «Perro astronauta», un adelanto de su próximo EP, Pranavisión, marcando así un aclamado preludio, que resultó perfecto para lo que estaba por venir.

Cerca de las 23:30 horas, luego de una espera por ajustes en el escenario que la expectativa y emoción hicieron parecer más larga, Los Espíritus se apoderaron del lugar y, sin chistar, se sumergieron en labor de forma ininterrumpida con una comunicación elocuente y poderosa, la de su música, estableciendo algunas mínimas pausas para agradecer a sus fans que no bajaron la intensidad en ningún momento.
Con visuales, coloridos y oníricos que acompañaban cada tema, que iban desde el logo de la banda hasta imágenes alusivas al arte de los discos, crearon una atmósfera hipnótica que era el complemento perfecto a los ecos de canciones que fueron desde «La mirada» hasta la energía arrolladora de «Huracanes». Otras más como «Las armas las carga el diablo» y «La rueda que mueve al mundo» fueron parte de que los liderados por Maxi Prietto entregaron ante un lugar que no daba pie a espacios vacíos. «Jugo», «Navidad», «Camina», «Las sirenas», «La montaña», «Vamos a la luna», fueron otras de las piezas elegidas, encapsulando perfectamente la esencia viajera y cósmica de su música. «Caro», sencillo lanzado apenas el miércoles 8 de octubre, demostró la vigencia y evolución de su propuesta. El setlist culminó con la efervescencia de «Noches de Verano». Durante este paseo, hubo varios momentos en que la voz de la gente se apoderaba del lugar, coreando las canciones con tal fuerza que los músicos les dejaban ir solos por momentos.
Esta mezcla de energía dio paso a que los asistentes no desearan parar ante la canción que tenían elegida para concluir con todo y ante la exigencia de más, la banda decidió regresar con una dosis extra, y «Lo echaron del bar» fue el golpe final que selló una noche de éxtasis colectivo.
Con el recinto ya en punto retirar la instrumentación y luces encendidas, no logró que el hechizo se rompiera del todo. Una gran cantidad de asistentes permanecían para ver que minutos después fueron recompensados con la salida de los integrantes de la agrupación, quienes volvieron para convivir, tomarse fotos y firmar artículos, demostrando la cercanía y gratitud con su fiel base de fans. Dejando ver que lo vivido no sólo un concierto sino un ritual sonoro.
Texto y fotos: Roy Arce















































