*Ed Maverick regresó con un sold-out íntimo y conmovedor, combinando la introspección de su nuevo álbum con la cercanía de sus éxitos. La noche se vivió entre la luz tenue, cantos de aves y el estruendo de un público que, tras años de espera, se entregó al silencio y la euforia

El sábado 11 de octubre, el cantautor mexicano Ed Maverick rompió una larga ausencia de los escenarios. La Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander de Artes Escénicas colgó el letrero de “Agotado” a los pocos días de la venta de entradas, un testimonio de la vigencia e impacto del músico tras algunos años de ausencia en la vida pública. El concierto formó parte de la gira de su aclamado álbum de 2024, La nube en el jardín, donde los fans se montaron en una montaña rusa emocional, navegando entre la oscuridad introspectiva y la celebración colectiva.
En la sala se vivió una completa oscuridad, no necesariamente por falta de luz, sino como una promesa. La penumbra total preparó a la audiencia, ya instalada en sus lugares desde muy temprano, para una noche de introspección con el chihuahuense.
La velada comenzó con la cautivadora honestidad de Clothing, artista no binario, con su proyecto DIY (Do it Yourself) , etiquetado como «canciones de cuna para el insomnio», un acto que hechizó al público. Con un setlist que recorrió su desgarradora Bildungsroman debut, La muerte en realidad no existe, en un entorno tenuemente iluminado, incluyó canciones como «Alucinidad», «¿Para qué te vas?» y «Amor romántico. Clothing bromeó con su nerviosismo ante una multitud tan grande, agradeció la respuesta de la gente, aclaró que volvería pronto a la ciudad como invitado en otro concierto y dejó una invitación clara: visitar su módulo de merch, donde personalmente atendió a los fans, vendiendo la «clothing de Clothing«

Posteriormente, la oscuridad volvió a adueñarse del entorno, atmósfera corrompida solamente por el canto de aves que sonaba de fondo. Cerca de las 21:00 horas, Ed Maverick irrumpió en la penumbra con la primera parte de su función: la interpretación completa, aunque en un orden alterado, de su más reciente disco.
Con solamente una pequeña mesa de noche con una lámpara, una tela transparente que sirvió de pantalla para sombras y luces tenues que esculpían su figura, creando un dramatismo visual impresionante, el tablado era un reflejo de la crudeza lírica del disco. Durante esta suite, Maverick sirvió como faro de emociones desnudas, con una interpretación cruda que no contuvo ninguna emoción. No hubo una sola palabra para el público, solamente su voz, increíblemente expresiva, y su guitarra que le acompañaba en la interpretación. El silencio del público fue un actor más, un pacto de respeto donde los mismos fans acallaban cualquier sonido de cualquier persona, para no romper el hechizo. Aunque al avanzar la velada la gente cantaba levemente , el reino del sigilo no capituló; sin embargo, dos canciones lograron quebrar ese hechizo colectivo: «Nadie va a pensar en ti mejor que yo« y «No hay problema«, coreadas a todo pulmón por una audiencia que no pudo contenerse y que llevó al músico incluso a pedir que levantaran más la voz. Un breve percance con la guitarra durante la primera de ellas, que le hizo cambiar rápidamente el instrumento, añadió un toque de humanidad y realismo al momento, solucionado con rapidez antes de que la magia se desvaneciera. Al terminar el repertorio del álbum, simplemente se marchó
Su regreso marcó un contraste absoluto. Un Ed Maverick relajado, conversador, que «inauguró la etapa de complacencias». Con una camiseta, ya sin saco y con una sonrisa, bromeó sobre su ausencia en la escena musical y la vida pública, indicando que pensaba que ya nadie se acordaría de él y más porque no hace TikToks. En el escenario se sumaron un par de sillas, en las que tocó dos temas diferentes con invitados; el primero fue Eddy, un músico de su ciudad natal, de regional mexicano, quien presentó como muy prometedor e interpretaron un tema del que será su primer álbum. Con él bromeó sobre que también toca música regional, pero con la diferencia que la suya también le gusta a los hispters, así como lo imponente que lucía el recinto con tanta gente y que durante la primera etapa del show liberó su tensión porque gritaba en las canciones. El segundo invitado fue Niño Viejo, originario de Mexicali y con quien interpretó «Todas las veces».
Tras esta pequeño espacio de invitados, retiraron las sillas y fue entonces cuando, con una hoja y una pluma en mano, se entregó a los deseos de su público, pidiendo pacientemente las peticiones. Lo pactado eran cinco canciones, pero la noche se alargó con más. Las ganadoras fueron «A mis amigos», «Queda mucho dolor por recorrer», «Hoy somos seres nuevos», «El fuego en el cielo», «Contenta», «Acurrucar», «Ropa de bazar», «Fuentes de Ortiz» y «Al sol en ti». Luego intentó despedirse, pero la gente pidió más, por lo que agregó «Ensenada demo.wav».

En esos momentos de diálogo, surgieron reflexiones profundas. Sobre «Al sol en ti», confesó creer que es la mejor canción que ha escrito. Sobre «Contenta», se mostró sorprendido por su éxito en Spotify, plataforma que aclaró no usar como persona, pero sí como métrica profesional. Este comentario derivó en un aplaudido llamado por una «Palestina Libre», y felicitando a quienes aplaudieron al indicar que no apoya a la plataforma de streaming, bajo el reciente rumor de la implicación del CEO de la empresa en el financiamiento del conflicto.
Antes de despedirse, Maverick dejó un mensaje existencial: llamó a todos de que disfruten de la vida, en un mundo lleno de cosas complejas y horribles. Habló de dos tipos de personas, las que ignoran estos hechos y las que no, validando a ambas, recalcando la responsabilidad de actuar contra las injusticias. «No me importaba si alguien presente en el lugar sea una de esas personas de poder», afirmó, en una despedida tan franca como todo su show. Como colofón, anunció que el próximo año lanzará dos nuevos discos, prometiendo un pronto regreso.
A la mañana siguiente, en una rara aparición en redes, resumió a la perfección lo vivido: «Gracias GDL, el público más precioso, gracias or su ruido y su silencio, por estar aquí después de tanto tiempo, siento de más estando frente a ustedes, nos vemos pronto». Y es que en ese binomio, entre el gato colectivo y la reverencia en quietud, reside la esencia de un artista que ha vuelto para reconquistar a la audiencia, no con ruido vacío, sino con la verdad desarmante de su música.
Texto y Fotos: Roy Arce















