Antes que nada, habrá que recalcar que el Teatro Degollado ha estado prácticamente al tope de lleno en estos dos primeros conciertos (bueno, cuatro, porque son dos cada semana) de la Tercera Temporada 2015 de la Filarmónica de Jalisco. Y su función del pasado 4 de octubre, no fue la excepción.
Su director, Marco Parisotto y compañía, han hecho un buen trabajo tanto en medios impresos como sitios web, además de ofrecer una programación balanceada para el público en general.
Para este segundo programa se ofrecieron la Tocata y Fuga en Re Menor BWV 565 de J.S. Bach (con el arreglo orquestal que hiciera el maestro Leopold Stokowski), la Sinfonía No. 3 en Fa Mayor Op.90 de Brahms y la Sinfonía No. 5 en Do Menor Op.67 de Beethoven. Las tres obras estuvieron enmarcadas bajo el título «Los Tres Grandes ‘B’ de la Historia».
De entrada, la obra clásica de Bach para órgano, fue atacada por la Filarmónica de Jalisco con gallardía y de forma muy elocuente. Aunque la batuta del maestro Parisotto siempre busca enfatizar ciertos pasajes, el resultado fue más que alentador en esta ocasión porque el público, al finalizar la pieza, entró en ambiente con un estruendoso aplauso.
Con la sinfonía de Brahms, los asistentes cayeron en una especie de tranquilidad dominical, con ese sonido suave de romanticismo exacerbado.
Pero el culmen del concierto, lo tomó la famosísima Quinta Sinfonía de Beethoven. Fue tal el aspecto brioso del primer movimiento, que niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad estaban realmente ensimismados con esas cuerdas que parecían cabalgar sobre corceles salvajes. Y a lo largo de su media hora de duración, todos los presentes se dejaron hipnotizar por el embrujo de una de las obras más famosas de la música clásica de todos los tiempos.
Al finalizar, la Filarmónica de Jalisco y Parisotto recibieron un aplauso de cinco minutos de duración, con gritos de «¡bravo!» por doquier. Entonces, sucedió lo inusual: el maestro Parisotto decidió repetir en señal de agradecimiento, uno de los movimientos de la Quinta de Beethoven.
¿El resultado? Una orquesta entregada completamente al público y viceversa.
