Texto: DAVID MELÉNDEZ
Y el fuego galáctico se apresuró a nuestras cabezas.
Cualquier extraño se hubiera sorprendido con el concierto de Alan Parsons en Guadalajara. De entrada, la gran entrada (valga la soporífera redundancia) al Teatro Diana. Después, la calidez del público asistente ante cada éxito memorable y milenario de este músico británico, productor, ingeniero de sonido y leyenda de la música contemporánea. Sí, Alan Parsons está presente incluso en las generaciones tapatías más jóvenes. Incluso, en las afueras del Diana, hubo aquellos que vendieron viejos viniles usados de The Alan Parsons Project y baste decir que hubo quienes los compraron sin atisbo de duda.
La noche arrancó con la rumba acústica de Los Rumberos de Massachusetts que, dicho sea de paso, están viviendo un sueño sin entrar en el viaje del dormir. Si decir que Carlos Santana ya se subió a tocar con ellos es mucho, tampoco será “demasiado” comentar que fue el mismo Parsons el que los eleigió como banda telonera para su presentación en Guadalajara. Tras escuchar una versión de rumba sutil que hacen de su track icónico “Eye in the sky”, Parsons quedó preñado de su curioso estilo.
Pues, bien, el cuarteto de jóvenes mexicanos que se conocieron estudiando en Boston, fue extremadamente bien recibido por el público. Muchos creían que por el hecho de manejar un estilo sonoro tan alejado de la introspección musical de Alan Parsons, seguramente muchos presentes los bajarían del escenario. Y no: desde que metieron el acelerador para arrancar su directo, las palmas y cierta euforia contagió las butacas del Diana. Desgranaron algunos temas de su primer disco Vuelve a la Vida (entre ellas “Tu cinturón”) y se despidieron con un sincero aplauso del público tapatío. Habrá que seguirles el paso.
Minutos antes de las 22:00 horas, la locura hizo acto de presencia en el Diana. Con saco de terciopelo negro, Alan Parsons salió al escenario y subió a su podio, acompañado (a veces) por siete músicos.
De aquí en adelante, la nostalgia inundó todos los tímpanos. Cortó el listón de salida con “I Robot” y ciertas personas recordaron sus mozos años de juventud. Muchos cantaron a punto de las lágrimas con “Don’t answer me”, otros cayeron hipnotizados por “Time” (donde las cuerdas vocales de su vocalista de apoyo PJ Olsson, lucieron en todo lo alto) mientras que otros soñaron praderas galácticas de enorme belleza gracias a “Tha ace of swords”. Pero la noche alcanzó cotas de algarabía con “La Sagrada Familia” y ese magnífico combo de “Sirius/Eye in the sky”, que hizo que todos los asistentes entraran en un trance de emoción y alegría que los catapultó de sus asientos.
Y fue justamente este ojo en el cielo, el que observó a Alan Parsons robarse todos los tímpanos en su concierto en pleno terruño tapatío.











