Texto: DAVID MELÉNDEZ
¿Qué es lo que atrapa tanto la psique de los tapatíos con respecto a Fito Páez?
Desde aquellas noches memorables en el extinto Hard Rock Live de Guadalajara, el autor de «11 y 6» se ha convertido en una especie de recuerdo colectivo que yace archivado en las profundidades del hipocampo.
Con el paso de los años, Páez ha puesto sobre aguas calmas el barco de su música. Atrás han quedado las salvajadas rockeras de cortes como «Circo beat», para dar paso a un cantautor que usa al piano como medio creativo y gran parte de sus éxitos de antaño, tomaron el cauce de la introspección y es lo que actualmente es el foco que ilumina la sala de su repertorio.
Y esto fue justamente el tour Retrospectiva, que arañó nuestro terruño: un repaso sosegado de la carrera de un músico con tres décadas sobre los escenarios, brindando lo mejor de su voz y música bajo la talante de lo acústico, lo reposado y las explosiones inusitadas de potencia rock, tan usuales en los arranques de su carrera allá por los años 80’s.
Con su piano al centro del escenario y sus fieles cinco músicos, Fito arrancó con «Cadáver exquisito». Enseguida fue desgranando su historia con sutiles bajones de intensidad y fulgores propios de un chaval que se quiere comer el mundo a sus, digamos, quince años. Fue brutal a la hora de cobijar «Gente con swing», plasmar sus desplantes vitales con «Giros», o calcar de nueva cuenta esas intensidades de exabruptos melancólicos de «Tumbas de la gloria». Y así, supo macerar la impaciencia de un público que le pedía a gritos todos los éxitos de su trayectoria, no sin antes mimarlo con gritos iracundos de «te amo» y demás delicadezas vocales tan acostumbradas en los tapatíos embriagados de emoción.
Con seguirdad, «Rock and roll revolution» y «Circo beat» (mucho más atascada en sus riffs originales, que la de su versión en estudio) fueron los cañonazos requeros de la noche, y la invitada justa fue la cantante Fabiana Cantilo, que desplumó el tema «Payaso» en solitario y acompañó a Páez en otros, con la misma intensidad vocal de siempre. Parece una niña sobre el escenario, a pesar de que las décadas se acumulan sobre sus espaldas.
Y cerrar con ese encore casi perfecto de «Dar es dar» y «Mariposa tecknicolor», provocó que los fuegos artificales de cada corazón de los más de dos mil asistentes al Teatro Diana, tronaran en las alturas de sus bóvedas celestes.
Y eso de que a Fito le gusta «cantar en Guadalajara» es súper cierto: lo repititó casi como mantra durante su concierto.







