Texto: MATÍAS MIRANDA y DIEGO RODRÍGUEZ
Fotografía: DIEGO RODRÍGUEZ COVARRUBIAS
Amarrar rap y dubstep suele ser una tarea bastante complicada, aunque ambos géneros estén casi hermanados por una especie de flow y cadencia vocal que en algún momento rozan sus extremidades. Y más, si a dicho «nudo» le agregamos un poco de alma hardcore. Entonces, las cosas se ponen explosivas y efusivas.
La presencia de los holandeses Dope D.O.D., fue un excelente suceso para el público tapatío. Sus directos, como ya lo imaginarán son una bomba tirada en pleno centro de alguna ciudad inmensa.
La energía lanzada sobre el escenario, fue directamente proporcional a la del público que escuchó su música. Y en el C3 Stage (que no estuvo lleno, digamos, sino más bien a la mitad de su capacidad), las parades vibraron como si estuviéramos presenciando un terremoto de varios grados Richter.
Canciones como «Ugly», «Rocket» o «The strike», generaron caos entre las piernas de los asistentes.
¿Momentos cumbres? El acto de encender un porro y compartirlo con el público de hasta adelante, o esa botella de tequila que también se repartió entre las gargantas tapatías más próximas al escenario.
Pero lo mejor, fue que la final los integrantes de Dope D.O.D., con esa humildad tan característica de las grandes bandas, se bajaron para convivir con los presentes, lo que generó una atmósfera de camaradería pocas veces vista en este tipo de directos.





