Texto: DAVID MELÉNDEZ
Cualquier suceso masivo, se guarda en la memoria porque la comunión entre miles de personas genera ambientes propicios para hacer explotar leyendas, incluso urbanas y generacionales.
Lo de Maroon 5 en la Arena VFG tuvo distintas facetas porque fue sufrido, amado y odiado por partes iguales. Si bien es cierto que la banda californiana liderada por Adam Levine puede jactarse de ser enteramente amado en los cinco continentes, todavía muchos nos explicamos (me incluyo, aunque esto no deba d ehacerse) cuál es la bendita razón de su éxito inusitado.
Recordemos que alguna vez vinieron en 2012 a Guadalajara y su presentación pasó desapercibida; incluso, fue presenciada más por asientos vacíos que por hordas de adolescentes con mirada perdida ante los acordes de «This love». Entonces, ¿qué pasó en estos cuatro años para que ahora congreguen a 15 mil personas para escuchar 15 escasas canciones desus igual escasos discos en estudio? ¿Acaso fueron abducidos y sahumados con una especie de perfume para enajenar olfatos y conciencias? Lo realmente verdadero es que su música puesta en una sucesión de puntos para formar una línea, posee escasos momentos para ser colocada en el Parnaso de aquellos elegidos para esgrimir palabras con sentimiento propio.
Pero, de alguna manera, la masa los prefiere a otras propuestas más orgánicas y menos «obvias». Sin lugar a dudas, habiendo colocado las piezas del rompecabezas se logra inferir que su primera fecha en México fue todo un griterío en despoblado, repetido hasta el cansancio cuando Adam salió con su pelo rubio y luciendo ese pronunciado bronceado que recientemente adquirió en las playas de Los Cabos. Aunado a lo anterior, los contoneos veleidosos y saltos desaforados de Levine, lo hicieron ser el hombre más deseado sobre el escenario.
¿Que si hubo energía derrochada? Claro, pero es lo mínimo que se puede exigir de una banda que está copando los mayores escenarios del mundo. Así que «entregarse» por espacio de una hora y media, no es cosa excepcional si es uno de los puntos medios que se les exige a este tipo de músicos con semejante peso sobre sus hombros. Y, habrá que decirlo sin temor a desgracias: Levine debería dar lo doble de lo que muestra sobre el escenario., porque a pesar de casi 200 luces y un sonido L-Acoustics K1 (considerado el Ferrari de los sonidos), pocos tuvimos la oportunidad de escuchar una potencia y calidad que nos dejara con la boca abierta. Más bien, Maroon 5 engrandece con producción su falta de gallardía en directo.
Por desgracia, la buena factura de Rey Pila (grupo telonero) fue netamente ignorada por los asistentes. A leguas se notaba que ese aplauso al final de cada canción de su media hora de set (cerrando, como siempre, con esa versión más aguerrida y atascada de distorsión de «No longer fun»), era solamente para maquillar las ganas de los presentes por finiquitar la actuación del abridor y entregarse de lleno a Maroon 5.
Y al poseer el escenario pasadas las 21:300 horas, Adam Levine y compañía hicieron lo suyo y simplemente se dejaron querer. Total, el amor de sus fanáticas (es cierto: el sector masculino no berrea ni se emociona con temas como «Love somebody») se desbarrancó hasta profundidades insospechadas, porque de «Animals» a «Sugar» (corte abridor y final, respectivamente) ninguna paró en tomarse selfies, juntarse con la amiga más próxima y hacer el Vime de la noche, quedarse inmóvil tratando de grabar en video todo lo que se pudiera del concierto, o simplemente filmarse cantando como si no hubiera mañana.
Mas el lado oscuro del concierto, sucedió en materia de cientos de personas que llegaron cuando al concierto ya le faltaban 20 minutos para terminar. Y es que hay que ser inmensamente sinceros: el público de Guadalajara (sobre todo el conformado por adultos contemporáneos) sigue sin «creer» que los conciertos comienzan a la hora que dice el boleto, porque prosiguen con esa creencia añeja de que estos eventos siempre arrancan dos horas después de la hora pactada. Así que no fue extraño observar personas de todas las edades corriendo con un rictus de horror en sus caras al haber llegado a las 22:30 horas, cuando el concierto había arrancado una hora antes. Sí, el viaje hacia la zona de la Arena VFG es caótico, máxime si de pronto todos los que van tarde se juntan y colapsan la Carretera a Chapala. Se les recomendó llegar temprano pero pocos hicieron caso de la indicación.
Pues, bien, Maroon 5 dejó en éxtasis a miles de adolescentes con su música poco creíble. Pero las nuevas tendencias sonoras parecen funcionar así: poco fondo y forma desbordada.










