Texto: DAVID MELÉNDEZ
La visita de Julieta Venegas quedará para la posteridad como un concierto lleno de puro candor pop y sutilizas ligeras de sonoridades llenas del arco iris de la alegría.
A lo largo de 26 canciones (más un cover lustroso de «Sin documentos» de Los Rodríguez para arrancar el encore de tres canciones con las que definitivamente cerró la noche), Julieta mantuvo a las más de dos mil personas que asistieron al Teatro Diana pegadas a sus asientos para disfrutar la marea melódica del más reciente disco de la creadora de «Limón y sal», que lleva por título Algo Sucede. De hecho, casi lo tocó en su totalidad sin olvidar clásicos como «Lento» (tema que, por cierto, dividió en dos partes: una acústica lenta y otra eléctrica y llena del brío del pop moliente) y «Debajo de mi lengua», entre otros.
Una cosa es cierta: Julieta ha ido relegando al olvido cortes fantásticos de sus primeros dos discos en estudio. Se extraña escuchar «Sería feliz» y «De mis pasos», pero Venegas cada día se nota más suelta y feliz sobre el escenario. Atrás quedaron aquellas primeras presentaciones en nuestra ciudad (como en el foro del extinto Hard Rock Live) donde Julieta apenas se movía entre canción y canción, mostrándose por demás seria y parca, con cierto nerviosismo extremo. Algunos asistentes lamentaron que dejara hasta el final, dos temas icónicos de su discografía (como lo son «Andar conmigo» y «Me voy», con el que se despidió de todos sus fanáticos.
Ahora, baila y baila, se contonea, toma el micrófono para dedicar canciones y hasta se anima a nunca quitar la sonrisa de la faz de su cara incluso cuando se sienta a solas al piano para interpretar «Porvenir».
Por el momento, Julieta está flotando en una especie de pop básico, fino, sin profundidades para abstraerse pero que se cuela con facilidad al oído y lo mantiene atento.









