Texto: DAVID MELÉNDEZ
Es cierto: el peso de las leyendas sonoras se aquilata gracias al poder masivo de sus canciones. Y la banda neoyorquina The Ramones, supo ponerle un estilo único a su música para hacerla atemporal.
Su punk incisivo, repetitivo, de pocas notas pero alcances estelares donde las dimensiones no existen, siguen latiendo en las nuevas generaciones. Y aunque todos los miembros fundadores de la agrupación están tristemente muertos, el segundo baterista de su leyenda, el buen Marky Ramone, sigue en pie de lucha promoviendo y tocando ante miles de personas en directos que hacen anhelar y recordar.
Aunque Marky no fue miembro fundador, sí estuvo en el momento clave de la explosión de su fama. Mas el abuso del alcohol en su cuerpo hicieron que fuera despedido en 1982, aunque tiempo después regresaría (en 1987) para quedarse hasta la disolución de The Ramones en 1996.
Así que esta visita relámpago a Guadalajara, dejó en claro que actualmente Marky defiende con honores y creces el legado de la mítica banda que escribió «Judy is a punk». La noche, se empezó a calentar con la presencia de los Los Bluejays y Death Plays Guitar que, como siempre dejaron todo sobre el escenario.
Para cuando Marky Ramone saltó con su banda sobre el escenario del C3 Stage, las cosas se pusieron fúricas porque comenzó la carretada de canciones míticas: «Sheena Is a Punk Rocker», «Oh Oh I Love Her So», «Now I Wanna Sniff Some Glue», «Rock ‘N’ Roll High School», «Judy is a Punk», «Do You Remember Rock ‘N’ Roll Radio?», «Pet Sematary», «I Wanna Be Sedated» y «Blitzkrieg Bop», que fue un cohete de destrucción masiva con los acordes mágicos del guitarrista de Marky Ramone, el loco Crazy Joe.






