Texto: DAVID MELÉNDEZ
Todo cambio merece respeto. Y a Babasónicos los cambios le sientan bien, incluso en formato introspectivo.
Venir a promover su cuarto de vida ya dice mucho de la confianza que ellos se tienen sobre el escenario. Máxime con el catálogo plagado de canciones memorables, inolvidables, endiabladas y que pueden embrujar al tímpano a las primeras de cambio; vaya, incluso desbordaron más que confianza al grabar un directo audiovisual (formaro CD + DVD) que, justamente, vinieron a promover al Teatro Diana y que lleva por nombre Desde Adentro – Impuesto de Fe.
Ahora bien, ¿cuál es la reacción del público ante Babasónicos al reversionar más de una docena de temas —en su mayoría de sus placas Mucho (2008), Jessico (2001) e Infame (2003) — para transformralos en una tolvanera electroacústica donde destrozan muchas de sus melodías originales para inyectarles ese espíritu casino-cabaret de visos altamente cadenciosos? Pues enteramente favorable, a pesar de que sus actuales fanáticos sean generaciones jóvenes que poco o nada sabe de sus placas Miami (1999), Trance Zomba (1994), Dopádromo (1996) o Pasto (1992). Recordemos que la gran mayoría de sus seguidores dieron una desbandada brava con la llegada de Anoche (2005). Pero eso no importó mucho porque ahora cuentan con el apoyo de las masas y el gran público. Que el grueso de sus enamorados de antaño se hayan quedado con el primer bloque sonoro de su leyenda, no demerita en lo absoluto lo que actualmente hacen en materia de canciones.
Porque Adrián Dárgelos y compañía, tienen ese temple de genio y creatividad para facturar hits a mansalva.
Mas hubo un pequeño detalle segundos después de que Babasónicos iniciara su directo sobre el escenario del Diana con los arpegios desnudos de su guitarrista Mariano Roger para esbozar la introducción de “El colmo” y que, quizá, pudo “cambiar” cierta polaridad en la psique de su vocalista: una chica subió al escenario y de forma campante se dirigió hacia Adrián que estaba en trance. Acto seguido, lo besó una vez y después lo abrazó del cuello y volvió a sellar sus labios contra la cara de Adrián y éste la quitó sin ningún cuidado y de cierta manera impregnada de salvajismo. Incluso el atril de su micrófono cayó por la fuerza incluida en la maniobra y la fémina no tuvo mayor opción que retirarse caminando ante el desaire de, tal vez, uno de sus máximos ídolos musicales. Lo anterior no tiene nada de raro para los que conocen bien el carácter de Adrián, ya que no permite que el público se meta en su performance al estilo Morrissey en los años 90’s (ya saben, infinidad de gente trepando al escenario) y es una reacción clásica de su parte. Pero que haya sucedido mucho antes de siquiera finiquitar la primera canción, quizá lo puso en estado de tensión absoluta.
Sin embargo, la cosas fueron acomodándose de forma positiva. Tras una versión descaifeinada de “Irresponsables”, llego “El pupilo” y “Su ciervo” (donde al finalizar y por fin, Adrián dijo con voz adusta “buenas noches, muchas gracias”) y se pudo notar las carcaterísticas del mecanismo que actualmente Babasónicos maneja con este formato. De entrada, Carca, el gran Carca, metido a las seis cuerdas, el pedal steel y manejando los egg shakers con soberbia rítmica, mientras que Diego Rodríguez (su otro guitarrista) lo mismo atacaba los teclados, que los xilófonos y ciertas percusiones, además de correr por todo el escenario cambiando de posiciones e instrumentos. Enseguida llegaría uno de los cortes de estreno, “Vampi” y minutos más tarde “Putita” (que ya regresó como habitual de su set). El primer “bajón” de la velada sucedió con la dupla de “Cómo eran las cosas” y “Celofán”, netamente interpretadas con el soporte acústico de Mariano Roger. Todos los presentes corearon, diluyeron la estamina, se dejaron mimar a media voz y luz. Mas “Los calientes” (interpretada con artero dejo de canción indie sombría y con una nueva parte central con aires a la Lush y Diego Rodríguez detrás del xilófono bailando como perfecto patinador sónico) regresó el ánimo de los presentes y cuando llegó “Camarín” ocurrió la primera sorpresa de la noche: en su parte central, cuando Diego Castellano comienza a hacer vibrar el gong justo detrás de su batería y Uma-T sacaba esas atmósferas electrónicas vaporosas de sus teclados, de pronto Adrián apareció ya bien ubicado en los balcones más altos del Diana. ¿Cómo llegó hasta allá? Misterios de los directos. Y desde ahí, finiquitó la canción y siguió con “Capricho” como si nada hubiera pasado.
Por ahí surgieron “Soy rock” (soberbia), un popurrí macabro de infamidades rítmicas mutadas (con “Viva Satana” y “Yoli” con arrequives sonoros danceteros y margarina derretida para deslizarse sin problemas por la pista de baile). El final no podía ser mejor con “Los burócatras del amor” y “Natural” para sellar de forma ovante la noche.
Babasónicos es y seguirá siendo uno de los grupos álgidos en español de nuestros truculentos tiempos actuales. Y hoy lo demostraron con clase de sutileza sonora.




