
Texto: DAVID MELÉNDEZ
La noche fue intensa y colorida con Way Out West y se cimbró por doquier en una velada de baile, salto y sobresalto de cientos de presentes que no dejaron ni por un segundo tranquilos sus pies y músculos para armar la fiesta en cada parte y esquina del C3 Stage.
Ahora, bien, ¿cómo es un directo de Jody Wisternoff y Nick Warren? Muchas personas tienen esa curiosidad y, por así decirlo, pasa por llegar a cotas de sobrada intensidad y, aunque nadie lo crea, tiene un lado orgánico (aunque sea en beats tocados en una especia de pad) que “parte” esa intensidad y la libera de forma disipida en el momento justo para transformar la madrugada en un ventilador trepidante donde jamás hubo respiro.
Así que tanto Warren (que ha sido una de las glorias de la Global Underground y uno de los dee jays británicos más exitosos de todos los tiempos del movimiento progresivo) y Wisternoff (un productor que en solitario también abarca sus tentáculos hasta su afiliación en Anjunadeep),ofrecen una propuesta que jala desde sus primeros temas de los años 90’s, donde “Ajare” y “Shoot” muestran una faceta más integrada a la electrónica actual, donde temas como “The gift” brillan en lo absoluto sin fisuras ni quebrantos.

También resulta curioso que su directo no fue para nada una explosión de ritmos donde la furia marcara el talante de la noche, sino una forma escalonada de progresivo donde ciertos rasgos de trance se tornan prominentes pero que jamás se “montan” sobre la melodía principal. Con lo anterior, el baile se da condensado y moderado, pero existe un momento (aunque sea efímero) que ocurre la explosión y el cuerpo responde como jalada por una extraña fuerza.
Así que Way Out West es un curioso binomio de dos hombres que saben divertirse arriba del escenario; vaya, Warren jamás suelta esa sonrisa picarona que indica una gran fiesta al momento de lanzar sus tracks, o esa seriedad que imprime Wisternoff a su cara cuando utiliza las baquetas y le da la espalda a Warren para construir un ritmo vertiginoso que atrapa a las masas.
Y la velada terminó en una madrugada con sudor, alegría, borrachera, aquelarre y vertiginosa satisfacción por toparse los oídos con Way Out West.

















