
Texto: DAVID MELÉNDEZ
Cortar de tajo cualquier cosa, es una acción infame.
Alguna vez existieron las guillotinas y no sólo decapitaban sino que también cercenaban conceptos, estilos, conciencias, esencias y aspiraciones. Aquellos tiempos se han ido pero actualmente vivimos otras formas de corte y olvido.
La Escuela de Música de Analco y la Escuela de Música del Mariachi gracias a un escueto “comunicado”, fueron cortadas de tajo y cerradas aduciendo que, con motivo del cierre administrativo del 2016, el periodo escolar de ambas escuelas fue “terminado” sin decir agua va y a través de la circular DCG/0021/2016, la cual está firmada por Susana Chávez Brandon, actual Directora de Cultura de Guadalajara.
Con lo anterior, el desastre se cernió sobre los más de 150 alumnos en Analco y un montón más inscritos a la Escuela de Música del Mariachi. La pregunta básica ante semejante desastre brilla por sí sola: ¿no existía un presupuesto asignado para mantener ambas escuelas? O, ¿acaso esta dupla de espacios estaba “flotando” en un limbo por demás escabroso, así como lo hacen un montón más de perímetros que se abren y cierra ad libitum y que destruyen los sueños de cientos de alumnos que ven en la música un puente para acceder a una mejor calidad de vida?
Pero donde las cosas se ponen infinitamente más oscuras, es dentro del hecho de que en Guadalajara hay un sinnúmero de actividades culturales cada día, cada mes y hasta ya programadas para el 2017. Uno se pregunta cómo siguen sin fractura aparente festivales como SUCEDE y están en remodelación importantes lugares como el Teatro Degollado, el Instituto Cultural Cabañas y el Edificio Arroniz (aunque estos tres sitios tienen asignada su inversión para obra desde el 2014). Aquí no existe cabida para el corte de tajo y si faltan recursos para llevarlos hasta su final, se buscan y jalan de otros lugares. Hace poco se dieron a conocer importantes nuevos festivales musicales como el Lollapalooza, entre otros, donde el Gobierno de Jalisco pondrá algo de dinero (por no decir mucho) para que se concreten por medio de Grandes Eventos.
Entonces, ¿por qué no jalar el dinero para estas instituciones que hacen un bien a una comunidad y no caer en el engorroso proceso de cerrarlas sin dar la cara a las autoridades? Basta con el ejemplo de tres voces que en Analco encontraron un perímetro para aprender música. De entrada, está Susana Benavides, una madre que tenía a su hija en clases de clarinete y que la noticia de este súbito cierre la puso, literalmente, a llorar. Y al escucharla hablar sobre el asunto, cualquiera toma conciencia que “mandar” una hoja de papel impresa para decapitar una escuela tiene innumerables consecuencias oscuras. “De tener algo bueno”, recalca Susana, “para la comunidad y para los jóvenes, y algo que nos ayudaba a las personas ya grandes, ahora ya no tenemos nada. Es muy feo que nos corten así, que no nos dejen terminar mínimo el ciclo, porque falta poco para que finalice y nos dicen así de repente ‘ya no’, no se vale”.
Así, ante la falta de explicación se dibuja la desesperación sobre la cara de Susana. “Mi niña llega llorando que ya no van a abrir la escuela. Venimos (a la escuela), vimos el comunicado y ¡zas!, no hay clases. ¿Motivo? Dicen que no hay presupuesto y realmente no ha venido alguien que nos diga la verdad”. Y es que flotando sobre este mar de dudas, también el personal docente de ambas escuelas no sabe mayor información que lo impreso sobre la escueta circular DCG/0021/2016.
Por ahí también Luis Adrián, un joven alumno de violín, y la señora Liliana Gil están apesumbrados ante la falta de una explicación congruente para este inesperado cierre de ambas escuelas. “Me preocupan más los niños que entraron en este ciclo y ya les truncaron muchos sueños”, esgrime Adrián con esa mirada perdida entre los salones y el patio principal de la Escuela de Música de Analco, como rememorando esas tardes donde cada cuarto yacía pletórico de alumnos. También Liliana enfatiza dicho sopor y pesar ante este tipo de decisiones mal tomadas y pésimamente ejecutadas. “Aparte de la gran mala sorpresa, es una inconformidad ante nuestra autoridades. Mientras nos dicen y nos presumen eso de los valores humanos y que los principios, llegan y te cierran una escuela que es justamente lo que fomenta; porque la música, reitero, fomenta al espíritu y enriquece al ser humano. Estamos rodeados de elementos completamente negativos, entonces, ¿por qué hacer esto? Es muy fácil decir que no hay presupuesto pero lo hay para muchas otras cosas que no son tan importantes como levantar a un ser humano. Mi sentir es dedito hacia abajo”. Y así con esa imagen del dedito hacia abajo, la silenciosa circular pegada en uno de las paredes ha matado incontables ilusiones y anhelos.
Esto de cortar y recortar, deshacer y olvidar, es común en las decisiones que suele tomar el Gobierno del Estado de Jalisco. Ojala todo fuera paz y armonía, pero la circular DCG/0021/2016 llegó para decapitar cientos de sueños. Y eso no se vale porque está en juego el futuro de las nuevas generaciones dentro del universo beatificante de la música. Mas la esperanza muere al último y muchísimas mentes lo saben y desean restaurar el orden perdido.