Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía: DIEGO RODRÍGUEZ COVARRUBIAS
Nunca antes, tres números han significado tanto para miles de personas.
El Festival 212RMX es, sin lugar a dudas, el mejor evento masivo de la ciudad de Guadalajara. Lo anterior, por su empuje dentro de las masas y, sobre todo, por su mágica selección sonora.
Y la edición para sus diez años de vida, fue una hecatombe en despoblado. Resulta impresionante, la lúbrica magia que se generó entre los asistentes, con una atmósfera cargada de iones positivos y erupciones emotivas difícilmente equiparables con otros sucesos públicos para las masas.
Gonzalo Oliveros, cabeza maestra de este proyecto, puede sentirse orgulloso de este monstruo que ha creado con prístino juicio. Incluso puede animarse a soltar las críticas necesarias hacia sus más cercanos contrincantes y sentirse feliz de ganar con la máxima de las seguridades y sapiencias. Además, los pusilánimes periodistas que simplemente trabajan como lagartos sin opinión para medios escritos y digitales de baja monta, pueden cortarse las cuerdas vocales y dejarlo trabajar. Porque Oliveros está sobre la palestra que él mismo ha creado.
Ahora bien, ese sábado fue todo un espectáculo visual observar la avenida Chapultepec completa (de Avenida México a Niños Héroes), hirviendo de personas de los más disímiles estratos sociales y edades.
A las 17:00 horas y sobre el Escenario Jalisco (el principal), Gonzalo tomó el micrófono y aseveró con una gallardía insólita que «nunca hacemos (una) presentación antes de iniciar«; mas ahora era tiempo de realizarla porque pidió «un minuto de silencio por los sucesos de París» e hizo ese llamado de protestar contra estos lamentables hechos terroristas «llenando una calle«. Acto seguido, finiquitó su intervención con una máxima que fue el mejor corte de listones para arrancar un festival de música de los que se tenga memoria en Guadalajara: «La única maquinaria que puede salvarnos, es el amor. Bienvenidos«.
Y el embrujo musical se esparció como rumor y brisa marina.
Daniela Spalla, esa argentina que emana efluvios de pop altamente femenino con esencia de tormenta desbocada, arrancó las vicisitudes sobre el Escenario Jalisco con «Ahora vienen por nosotros». En todo momento, se notó la felicidad de estar presente del cartel del 212 y la chorreaba con esa sonrisa confidente que presumía en cara cada vez que termina una canción. Un lujo también verla empuñar con verdadera valentía el sintetizador Alessis Vortex en temas como «Al revés».
También a las 17:00 horas, sobre el Escenario Red Bull Panamerika, ocurría una de esas cosas que tienen todo para ser y hacer historia: la presentación de quinteto tapatío de Sage Skylight. Su directo fue, quizás, el más vanguardista y con ese dejo de partir corduras y ser el punto de quiebre en materia de propuestas sonoras. En verdad, estos chicos (y chicas y chico/chicas) son una barbaridad sobre el escenario. Vaya, un portento de art rock visceral, cinemático y teatral, como si un happening de insospechada furia nos machacara los oídos. Junto a Dolphant, son de los proyectos sonoros que más emoción me generan de esta maldita ciudad llamada Guadalajara. A destacar que sus integrantes salieran con playeras de proyectos locales (ese tipo de camaradería es inmejorable) y su vocalista luciendo regio en tacones y con esa falda arteramente metálica de Maple Show Room.
Enseguida, sobre el Escenario Jalisco, tocó el turno de Clemente Castillo, el que fuera vocalista de Jumbo. De hecho, a esa misma hora otro de los integrantes de esta mítica banda regia, Flip Tamez, se presentaba en el Escenario Pepsi. Pues, bien, ese pop aristocrático de visos elegantes que hilvana Castillo, fue coreado y aplaudido sin problemas. Además, tuvo a bien invitar a Daniela Spalla para que cantara en «Que nos trajo aquí» y también invitó a los presentes que le prestaran oído a su debut titulado Eureka.
Después, las cosas no podían estar mejor en el Escenario Red Bull Panamerika, pues Elliot The Furniture daba cátedra con ese folk alternativo cargado de indie con temas como «Wish me luck». Por otro lado y desde Chile, la leyenda del romanticismo melancólico de Ángeles Negros, prendía a las generaciones de más años con su mítico corte de «Déjenme si estoy llorando». A pesar de que iniciaron con varios problemas de sonido en el Escenario Pepsi —uno de sus vocalistas se disculpó diciendo «con tanta juventud, no hubo tiempo para probar (sonido)— , su público de toda la vida se dejó llevar por su música.
Para cuando Galgo tomó por asalto el Escenario Red Bull Panamerika, toda la avenida Chapultepec era un magma candente. Su indie folk pop sutil y envolvente brilló en todo lo alto y sus vocalistas, Adriana López e Iván Rojas (también guitarrista), provocaron ese curioso efecto tan personal de contraste grave/agudo que flota tan bien entre sus capas sonoras.
Minutos antes de las 19:0 horas, el primer gran coletazo de aplausos y euforia lo soltó Hello Seahorse! en el Escenario Jalisco. Denise Gutiérrez y compañía son favoritos del sector joven, máxime con ese tema de alto octanaje como lo es «No es que no te quiera». Además fue curioso que en la parte final de «El artista», Denise rapeó parte de la letra de «Baila rica nena» de Molotov. Su directo fue entrañable y juguetón.
Por su parte, la mexicana Renee Mooi puso el buen sabor de nueva cuenta en el Escenario Red Bull Panamerika, con esa suerte de rock industrial experimental y algo de trip hop espeso. Justo en ese momento en el Escenario Pepsi, Communión debutaba en Guadalajara con el pie derecho. Uno de los nuevos proyectos nacionales (encabezado por Diego Suárez de Bengala y la hipnotizante voz de Alexa Hakim) con más poder entre la jueventud, supo amasar su encanto sonoro. Es cierto, todavía les falta pulir ciertos aspectos en vivo pero tienen excelentes canciones para lograr lo que quieran («Soltando fantasmas» puede, plácidamente, ser una de las canciones mexicanas del año 2015), y su compenetración como grupo es precisa.
De aquí en adelante, la fiesta fue imparable: Sussie 4 puso el primer gran baile masivo de la noche en el Escenario Jalisco, donde luego seguirían Compass (que hicieron sudar a todos con sus cumbias y norteños tecnificados), Kinky (siguen igual de potentes en directo como si apenas ayer los hubiéramos escuchado) y Ozomatli, que generaron gran expectación entre las viejas generaciones que asistieron a rendirle pleitesía a esos ritmos latinos con pestañeos industriales y de rock alternativo (a destacar su «Cumbia de los muertos»).
En el Escenario Pepsi, Thermo y Liquits armaron las primeras erupciones de slam entre los presentes y Silverio fue el tornado que todo lo barrió, ya que al grito de «aborígenes» dio inicio a su aquelarre electroso de sintetizadores y mezclas duras. Le mentó la madre a todos, escupió su odio de que le gritaran «pito chico» (ya saben, siempre presume su «miembro» a la menor provocación), vertió su bebida en una de sus botas vaqueras (y de ahí le tomaba) y se quedó en sus típicos calzoncillos rojos. Al finalizar, tiró sus calcetines a la multitud y, claro, se quitó su calzón y lo lanzó por los aires. Ya desnudo, se despidió dándole la espalda a todos sus fanáticos con un desprecio propio de Paulina Rubio. Sus temas más coreados y bailados en slam machacante, fueron «Suavecito», «Salón de belleza» y «Perro». Al llegar Disidente para cerrar la noche, miles de jóvenes se entregaron a sus guitarrazos rasposos.
Los actos finales en el Escenario Red Bull Panamerika, fueron también explosivos. Mientras que The Oaths puso a bailar con cadencia (gracias a su pop sintetizado), los españoles de Izal (otro de los estrenos en Guadalajara) se llevaron la noche con un directo potente y en verdad aguerrido. Tal vez se ganaron cientos de seguidores en menos de media hora, con ese pop rock a veces tribal, otras lato y directo. Mikel Izal y compañía ya tiene su pasaporte listo para regresar y llenar cualquier foro de la Perla Tapatía. El cierre fue cumbia y mucho baile con Disco Ruido y Sonido Satanás.
Para finalizar, no sabemos a ciencia cierta cuántas personas se congregaron pero, a ojo de buen cubero, hubo más de 80 mil personas en algún momento de la noche. Además, fue un gusto constatar que hubo puestos de comida, de bebida gratuita o de bajo costo para los asistentes, además de presencia de marcas como Antifashion, Tequila Don Roberto, Virgin Mobile, C1rca México, Squalo, Friki Plaza Zone y la grata participación del Instituto de Alternativas para Jóvenes de Tlajomulco (INDAJO), que ofreció unas camisas con diseños que se plasmaban in situ y talleres de stencil y Arte Urbano.
Así que el 212RMX fue todo un éxito en despoblado.