TEXTO: David Meléndez
En Guadalajara, Alejandro Sanz puede jactarse de ser consentido y atesorado.
Dentro de su primer concierto en el Auditorio Telmex para promover su más reciente álbum, Sirope, constató que los tapatíos lo llevan en el corazón. Incluso aseveró antes de interpretar el tema “La música no se toca” que, su hija, se “ha hecho medio tapatía”. Habrá que creerle: Sanz no anda por la vida dando cátedra de chismes ni falsos egos.
Con las cartas de presentación anteriores, Sanz brindó un concierto impecable en lo técnico y visual. Llama poderosamente la atención que, para ser una estrella mediática del pop y del lado amoroso de la música comercial, cuide en extremo los detalles de sus directos. Vaya, mal haría si no, pero en verdad sobresale la producción para la gira de Sirope, con esas tres inmensas pantallas de HD justo detrás del escenario y una estructura hexagonal alargada de triángulos de tubos de neón totalmente movible, además de una gran pirámide invertida, que tomaba las más caprichosas formas y bajaba y subía dependiendo de las canciones.
En materia de sonido, éste luce por prístino y netamente delicado. Máxime cuando Alejandro trae cuatro coristas que a su vez son músicos consumados, ya que lo mismo atacan panderos y metales, que el piano o el bajo. Así que esta gira de Sirope yace cuidada hasta el paroxismo.
Por otro lado, es destacable que Sanz se muestre tan cercano con sus admiradores. Podría, plácidamente, salir a escena y cantar lo necesario para cumplir. Pero no, da la vuelta de todo lo preestablecido y se entrega lo doble o triple. Y eso sucede desde el arranque, puesto que decide con mucho aplomo, salir y caminar entre el público asistente para después subirse él y todos sus músicos al escenario, provocando una algarabía de altos decibeles.
En cuanto a su set list, éste abarcó la mayor parte de su carrera (con medley incluido de “Amiga mía”, “Mi soledad y yo” y “Y ¿si fuera ella?”), con los coletazos exitosos de “Corazón partío”, “Camino de rosas”, “Mi marciana” y “Zombie a la interperie”, ésta última interpretada al lado de Mario Sandoval “El Cejas”. Por alrededor de dos horas, alrededor de nueve mil personas estuvieron parados de principio a fin, observando a uno de los hijos pródigos de la música pop española.
Nos guste o no la propuesta sonora de Sanz, sus conciertos son una experiencia de primer nivel técnico dignos de presumirse por los cuatro vientos.