Texto y Fotografías: DAVID MELÉNDEZ
Apelar a la memoria es un ejercicio que nos salva del olvido.
Con una década abandonado a la peor de sus suertes y un pasado digno de ser colocado en cualquier Monte Olimpo, el otrora Centro Cultural Roxy por fin regresará a la vida ahora bajo el apelativo de Sala Roxy, y a más tardar en mayo del 2018 (si no sucede ninguna demora capital) abrirá sus puertas manteniendo la última vocación que tuvo antes de su inesperado fin allá por 1998: sala de conciertos. Claro, se incluirán algunas actividades tanto comerciales como culturales para volverlo un espacio que lo misma sirva para apreciar la música en vivo, que centro cultural, aula de cine y video, galería, nave de arte contemporáneo, entre otras cosas, y el infaltable servicio de bar, cantina y cafetería.
Aunque su decadencia ocurrió gracias a muchos factores y personas con nombres específicos que ya no vale la pena traerlos a la memoria, esta nueva Sala Roxy sí tiene culpables específicos: el proyecto de rescate corre por cuenta de Perímetro Propiedades, en estrecha colaboración con el estudio portugués João Mendes Ribeiro, y los contenidos cultuales estarán bajo el cuidado de la asociación civil Taller Ciudad AC. Al final, cuando ya se tenga terminado dicho proyecto de rescate, se buscarán inversionistas para la Operadora Roxy, la cual administrará todos los servicios de alimentos y bebidas, además de alquilar todos los espacios con los que contará Sala Roxy.
Para presentar en sociedad esta reactivación que hace años se antojaba imposible, estuvieron presentes Elena Macías (Taller Ciudad), Alejandro Serratos (Sala Roxy) y Diego Lomelí (Perímetro Propiedades). De entrada, Serratos dejó en claro que se busca «consolidar Sala Roxy como un corredor cultural» y que lo primordial es mantener la esencia del recinto. En cuestión de dinero se estima una inversión de alrededor 60 millones de pesos —de los cuales ya se han invertido 15 millones de pesos en la compra del edificio original del antiguo Centro Cultural Roxy, más la adquisición de algunas propiedades contiguas— y por el momento existe una sinergia con el Ayuntamiento de Guadalajara para facilitar los permisos adecuados para abrir sin ningún problema legal; ojo, lo anterior no significa que el Ayuntamiento tenga un acuerdo económico con los involucrados en este rescate ni vaya a aportar recursos.
Cabe destacar que parte del equipo del estudio portugués João Mendes Ribeiro (encabezado por Catarina Fortuna) ya visitó el Roxy y buscan utilizar materiales de la región, aparte de haber quedado sorprendidos por la vasta cantidad de materiales que observaron en zonas como Tlaquepaque o Tonalá. Así que no se descarta el uso de piedras volcánicas y maderas regionales, por ejemplo, para la nueva imagen de lo que será la futura Sala Roxy. Por el momento el proyecto tiene contemplado en la planta baja una galería con servicio de bar, una cafetería, una cantina con acceso al patio de Taller Ciudad, que no es otra cosa que un tipo de laboratorio creativo con áreas de exposición, oficinas, baños, entre otras cosas y un patio interior. La capacidad será de alrededor mil personas de pie y quinientas sentadas. Y en lo que respecta al mezzanine, éste podrá funcionar como espacio y foto independiente con capacidad de alrededor 300 personas de pie y casi 200 sentadas, así como un bar, un salón de reuniones y una terraza.
Habrá que cruzar los dedos en señal de auténtica fe para que este hermoso proyecto de rescate camina como es debido y llegue a un buen fin. Porque si bien Guadalajara ya cuenta con múltiples foros para conciertos, el recuerdo del Roxy es quizá el más latente en todos los melómanos, artistas y público en general. Y adecuarlo para que le dé «la pelea» a otros foros netamente comerciales y en donde se vive un sube y baja de estilos sonoros (muchas veces dignos de la más grande infamia), es algo casi milagroso. Esperemos que Alejandro Serratos y compañía cumplan cabalmente con todo lo estipulado en papel. Y el aplauso sonoro para todos estos tapatíos que están cumpliendo uno de los sueños más titánicos para miles de personas: que cobre vida sonora y cultural esta nueva Sala Roxy.