Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía: DIANA TORRES
Para públicos especiales, ninguno como el de Guadalajara.
Cuando los tapatíos deben de brindar apoyo, dan olvido; cuando optan por regalar euforia, lo hacen sin ton ni son; cuando se sienten emocionados, se desbarrancan hasta el fondo, llevándose de corbata congruencia, sapiencia y hasta dignidad. Así es «el respetable» de Guadalajara: una monstruo de mil cabezas con otras más escondidas.
La noche de ayer, Descartes A Kant vivió una de esas malas jugadas que el público local suele darle incluso a sus hijos pródigos: la ausencia de personas. Ante escaso público (alrededor de 300 personas), la banda tapatía comandada por Sandrushka Petrova presentó su tercer disco Victims Of Love Propaganda. Claro, el ánimo entre los presentes no amainó en lo absoluto y el directo fue una suerte de tótem fortificado y con un excelente timing entre ruidismo, cadencia y preciosismo sonoro. Tal vez Descartes A Kant debería patentar esa paleta musical donde los ritmos más variopintos —incluso polkas— entran y salen a destajo; eso sí, mezclados entre interludios delicados que son potenciados al infinito gracias a las voces de Dafne, Ana y la propia Sandrushka. En cuanto a producción y sonido para esta presentación en sociedad de su placa Victims Of Love Propaganda, todo estuvo bien balanceado y la pared de sonido se escuchó potente hasta el punto de rabiar, con un soporte visual con videos alusivos a esta nueva placa donde se maneja una especie de porno emocional entre coletazos de noise, punk y avant-garde. Aparte, el lado teatral que le imprime Sandrushka Petrova y compañía a cada tema, es otro de los alicientes para no despegar la vista del escenario. A destacar el hecho del hermoso momento que se logró al presentar uno de sus nuevos temas, «Motion picture dream boy», seguido del cover de «Perfect day» de Lou Reed, que en esta ocasión se escuchó más profundo y avasallador. Otro de sus canciones de estreno, «All monster are humans» también impregnó al ambiente con electricidad estruendosa.
Pero, más que destacar un directo impecable y la madurez sonora que Descartes A Kant ha alcanzado en estos más de tres lustros de carrera, habría que preguntarse con ubérrimo ánimo por qué razón una propuesta musical de este tipo tiene casi vedadas las puertas del gran público en Guadalajara. ¿Es, acaso, que la masa tapatía prefiere las canciones que le dan alegría y la pongan a bailar, mientras que desdeña todo intento por toparse con la abstracción y buscar así alguno de sus intrínsecos significados? Incluso lo anterior ha pasado con agrupaciones de exportación como Melt Banana o Erase Errata, que solamente son consumidas por un público selecto y que difícilmente llegan a las ondas hertzianas, las cuales comparten cierto parecido con la propuesta de Descartes A Kant.
Para finalizar, en el concierto estuvieron presentes los que deberían de estar y disfrutaron con vesania casi palpable por los ausentes. Algún día el público de Guadalajara podrá gritar urbi et orbi que posee el criterio suficiente para no dejarse llevar por las modas pasajeras y que puede jactarse de indentificar las vanguardias en todos los quehaceres de la cultura. Por el momento, se siguen respirando el desdén en los aires tapatíos.