Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía: ROBERTO CÉSAR MORA
Las leyendas sonoras son las más hermosas para recordar, máxime cuando una banda como La Lupita regresa a la ciudad donde tocaron por primera vez en aquella discoteca llamada Ciro’s, cuando ni siquiera tenían un disco editado bajo el brazo.
Mas luego llegaría su debut bajo el extinto sello Culebra Records de BMG Bertelsmann y todas esas canciones que quedaron como impronta en el alma de millones de personas. Claro, la trágica desbandada de tres de sus miembros originales (la inconfundible voz de Rosa, la arteria rítmica de ‘Bola’ Domene y el bajo espacial de Poncho Toledo) sucedería años después del éxito, pero Lino Nava y Héctor Quijada se mantendrían impolutos, al prolongar un sueño sonoro que sigue vivo en pleno 2017.
Y gracias al Ciclo 5 de Circuito Indio, los tapatíos volvieron a presenciar el vívido sonido de una banda que es uno de esos pilares históricos que no se pueden negar bajo ninguna situación. Es cierto, ahora La Lupita sólo contiene a Lino y Héctor como miembros originales pero ambos se las han ingeniado para revivir en directo todas las canciones que siguen siendo himnos para aquella generación que escuchó con ahínco el nacimiento de un rock mexicano con identidad propia.
Pero, ¿qué fue lo que escuchamos en el directo de La Lupita sobre el escenario del C3 Stage? Una somera pero concisa selección de sus temas más emblemáticos, con por lo menos una canción de sus cuatro primeros discos en estudio, ausentando «Hay que pegarle a la mujer» (que yacía marcada en el set list impreso que tenían sobre el escenario) y centrándose en temas realmente especiales como «Arrójame», que cuenta la leyenda fue compuesto en 20 humildes minutos y, claro, la sutil y flotante «Antena».
Como teloneros estuvieron los argentinos de Carnavale Di Vendetta, que andan girando de nueva cuenta por México y que muestran una esencia gitana que se entremezcla con rock y punk; además, traen un álbum de estreno, Malinche (2017), y muchas ganas de seguir creciendo y consolidando su propuesta.
Cuando La Lupita subió al escenario, la noche partió con » Supersónico», una canción que es un deleite corearla a cualquier hora, y prosiguieron con «Maldito amor» y «Pa’Lariza», instantes sonoros que catapultaron la mayoría de los presentes a principios de los años 90’s. Y Héctor hizo sus ya clásicos movimientos de poseso absoluto, con ese dejo del baile de San Vito que contagió hasta al más renuente a moverse. Cerraron con una versión híper alargada de «Paquita Disco» (donde Quijada presentó a cada uno de los integrantes actuales) y Lino atacando las seis cuerdas de la guitarra con ese braceo funk infernal tan amado y pulverizando con inusitada facilidad todos los mordentes que se le cruzaran por el diapasón.
Aunque fue una noche corta (13 temas), La Lupita revivió con artera magia su leyenda, una que está contada con letras y música de eternidad.