Texto: DAVID MELÉNDEZ
En el revival, Ariel Pink se pinta de un rosa chillante, que corta la frontera entre el chillwave de monta lo-fi.
Dentro de su armario, este músico originario de Los Ángeles, California, guarda la memoria impoluta de Michael Jackson y arenas coloreadas de intensidades sonoras extremadamente reposadas y que tienen ese tufo a comuna hippie donde no se pregona la felicidad sino los viajes oníricos a la próxima estación de la piradez lisérgica.
Atrás quedó su proyecto debut llamado Ariel Pink’s Haunted Graffiti, donde compartió locuras con el teclista Kenny Gilmorec y el guitarrista Cole M.G.N. Ahora, ya es un solista hecho y derecho, con su segundo álbum que el año pasado escaló hacia las listas de «Lo Mejor del Año» con inusitada facilidad. Sí, ese Dedicated to Bobby Jameson (editado por la mano santa de la disquera Mexican Summer) contiene joyas preciosistas que parecen creadas en un alambique lleno de drogas, donde la salida es consumirlas todas de un jalón para entrar en ese trance zomba vaporoso del que los tímpanos no pueden escapar. Atentos con Pink porque al paso que va, las modas y quebrantos sonoros del Billboard parece que le vandrán vil sorbete. Basta con escuchar temas furiosos como «Acting» o los latigazos de pop ochentero duzlón de «I wanna be young»; aunque más bien éste último corte entra perfectamente en esa etiqueta que le acuñaron y que se denomina pop hipnagógico, por eso de las ensoñaciones y la falta de sueño de aquellos que han decidido que dormir, es una reverenda pérdida de tiempo y un desperdicio a la creatividad.
Así que ya lo saben, Ariel Rosenberg es un cantante/compositor que maneja desde un folk ataviado con los mejores demonios del infierno, hasta una baja fidelidad que se antoja sacado de un cassette de los años 70’s. En ambos extremos, existe una cosecha de siniestrismo total, de apologías completas a lo chessy y todo lo que exude preciosismo sin dejar de lado el punk que destroza toda la belleza de la tranquilidad sonora.
Recuerden: esta visita de Ariel Pink al C3 Stage de Guadalajara es milagro de proporciones no mayores sino épicas. Es un regalo para decantar la fiesta de la decadencia y el grado de flotación absoluta para entrar al Purgatorio del Onirismo.
ARIEL PINK
15 de febrero, 21:00 horas. C3 Stage. Avenida Vallarta 1488. Boletos: $380 general, $750 balcón. De venta en la taquilla de C3 Stage, tiendas Soulflower y a través de TicketNow México.