Solo observamos que el joven pianista entraba al escenario, directo al piano como si de él dependiera el oxígeno que respira, en esta bella ciudad que le abrió las puertas en esta temporada.
El pianista “pianista” se escucha en las gradas; de talento innato, lo ha llevado a otro nivel, ganador del tercer lugar del concurso internacional de Tchaikovski y partícipe de varios conjuntos orquestales alrededor del mundo (Italia, China, Japón, Inglaterra, Brasil y su natal Rusia). Dueño de sí mismo, Daniel Kharitonov entra en un mundo singular, profundo e intenso y nos arrastra hacia una belleza mozartiana de expresiones cercanas a Bach.
¿Qué es lo que lo hace tan especial? Se puede decir que su música delineada con la más grande pureza de intimidad emocional.
El escenario es imponente, la orquesta es joven, preparada y apasionada, no solo es otro recinto, es otro hogar más, todo actúa a favor de la música. Plausible talento, el joven llegó desde la madre Rusia y los tapatíos no lo dejaban ir…
Noche de Gala, misterio fuerte riesgo, un oboe y una flauta que juegan, danzan en la oscuridad de la noche, se siente el riesgo, y uno corre a buscar una cueva y de repente una caída, se pueden imaginar tantas cosas, como ir a través del valle hasta de pronto un expreso que te lleva a las estrellas.
Rajmaninov sabía muy bien encajar todas esas circunstancias en una pureza invaluable como lo es su sinfonía No 1 opus 13. El maestro Parissoto, por supuesto conocedor de esta obra, ha sido el eje que nos transforma esta obra universal, quien recorre con una mirada severa cada rincón, cada personaje como si cuidara los primeros pasos de un recién nacido, cuidando cada detalle, cada armonía y que por supuesto nos transporta. Un violín apasionado y desbordante, acompañado del estruendoso y decisivo corno francés.
¿Qué puedes pensar del ahora cuando escuchas por primera vez una obra de Serguéi Rajmáninov? La fiebre rusa esta temporada no es una coincidencia por lo que se avecina con el deporte este año, sino por traer a nuestros oídos esta pasión que hacía falta sentir. Un sentimiento cercano a la música para los reales juegos artificiales.
Glorioso y trágico final, potente y completamente abrasivo, redobles que nos hace pensar estar frente al juicio final, ¡magnífica obra!