Texto y fotografías para atragantar fotógrafos: DAVID MELÉNDEZ
Sin subterfugios, Soviet Soviet vino a Guadalajara para arrasar la pradera de la quietud.
Siempre es un encanto de noche milenarias estar presentes en directos donde las bandas dejan prácticamente sus almas sobre el escenario. De alguna u otra forma, calientan su energía sonora a punto de magma y es cuando el intercambio de emociones entre banda/público se torna memorable y hasta llega a rozar la frontera de lo inolvidable. El trío italiano comandado por el bajista y vocalista Andrea Giometti hizo que el RoofTop del C3 Stage se volviera una pira incandescente, donde el sudor fue el protagonista principal de la velada.
Allan de SWAY en el éxtasis sonoro.
Aunque la noche estaba pactada para que los ticos de Sway y los estadounidenses Soft Kill cerraran el triángulo sonoro, estos últimos nunca llegaron a Guadalajara, tal vez porque ‘perdieron’ un avión y los tapatíos nos quedamos con ganas de escuchar su propuesta de post-punk para amilanar oscuridades espirituales. Mas en la ausencia está la abundancia futura. Y lo anterior se cumplió con creces con el debut de Sway en México, un cuarteto originario de Costa Rica que llegó con la actitud correcta para promocionar su primer EP llamado Imágenes Violentas. Pocas ocasiones los tapatíos tenemos oportunidad de catar, in situ, propuestas nóveles y enteramente frescas, que en un santiamén enamoran al tímpano y yunque sin necesidad de mayores pretensiones fuera de la música en sí. Sway, sin ningún aquelarre extraño, conquistó a los presentes con un vendaval dark, pletórico en esteros shoegaze que siempre tienden a inundarse con nuevas aguas que se mueven en el frénesi de punk más primigenio. Así, despacharon las cuatro canciones de su EP debut, estrenaron un tema llamado «Nada» y cerraron con los cortes «Lucidez» y «Tragedia», con lo cual recibieron un aplauso por demás sincero y lleno de la espinosa emoción de la exultación. Allan (bajo), Diego (batería), José (guitarra) y Kevyn (guitarra, voz) demostaron que son una banda con férreos cimientos, que necesita seguir adelante pase lo que pase y que urge que, a la de ya, regresen a Guadalajara para que paseen su música en otros foros. Imagínenselos en la intimidad de La Capilla de los Muertos. Ese concierto, aunque imaginario, sería brutal y arteramente emotivo.
Andrea Giometti: Al cobijo de Dinosaur Jr.
Enseguida, el volcán hizo explosión. Soviet Soviet es una de esas agrupaciones que poseen el santo y seña para que cualquier atmósfera se cargue con la energía de los huracanes más intensos. Basta con observar al incansable Andrea Giometti (memorable esa playera de Dinosaur Jr. que portaba con tanta gallardía), que es una bestia en su forma tan ochentera de atacar las cuatro cuerdas de su bajo y pirarse hasta el paroxismo. Es un punk que puede destruir castillos y fortalezas. Es, sin lugar a dudas, hiena de cualquier pradera, justo cuando el clímax de cada una de sus canciones se hace presente sobre el escenario. Si por él fuera, volaría por los aires y gritaría como poseso. Pero hay que moderarse para interpretar joyas como «Ectasy» o «No lesson», y enseguida, destramparse ante «Blend» o «Pantomime». Lo mejor del asunto fue que los que colmaron al RoofTop no dejaron de bailar, saltar, beber cerveza como embrujados y corear sus temas favoritos de Soviet Soviet. Con más de quince canciones —casi despacharon todas las canciones de sus dos discos en estudio, Endless (2016) y Fate (2013)— y una legión de fanáticos hechizados con ese post-punk sónico que solidifica pasiones en cualquier oído, Giometti y compañía desmenuzaron uno de los mejores directos en intensidad sonora de este 2018. Es un gusto que las ya famosas Índica Nights del C3 Stage, estén trayendo a lo más granado de este movimiento de post-punk ensombrecido, donde ya han llegado a la Perla Tapatía proyectos como Motorama, Be Forest, The KVB y Human Tetris. Ahora falta que sucede el milagro de que venga Supernova 1006, nombre que ya está más que anotado en la agenda de deseos para este año que recién arranca con bombo y platillo.