Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía: ALEJANDRO GUERRERO
Pocos músicos pueden plantarse arriba de un escenario y, de forma solitaria, generar un concierto envolvente y donde la atención del público jamás decaiga.
La visita al C3 Stage del británico Daniel Cavanagh fue todo un suceso de templanza sonora. Aunque el aforo al espacio fue mínimo, la tablas de uno de los fundadores de la famosa banda Anathema sobre el escenario son por demás notorias. Con tan sólo una guitarra y un piano (más pedales de efectos para crear loops), dio nacimiento a un directo emocional, lleno de contrastes y hasta de quejas porque, como ya es costumbre en Guadalajara, no faltan aquellos que ante la delicada unión de las seis cuerdas y las cuerdas vocales, se ponen a «platicar» como si estuvieran tomándose un café. Cosa que un intérprete de fuerte carácter como Cavanagh no dejó pasar por alto y «regañó» a través del micrófono a esos que hablaban a destajo durante una de sus canciones, diciéndoles que él no había venido desde tan lejos a que no le pusieran atención.
En materia de canciones, Cavanagh atacó las propias, las suyas con Anathema y covers de artistas como Depeche Mode, Pink Floyd e Iron Maiden. Pero es justo aquí donde viene la magia, ya que Cavanagh va creando la canción paso a paso; es decir, toca un círculo armónico y después lo hace loop, para enseguida aporrear la caja de resonancia de su guitarra y generar un ritmo repetido. Entonces, sobre ese loop de beats y acordes construidos en directo, el autor de «Soho» comenzaba a cantar y proseguir con la canción y su requinto, o la canción y sus sonidos guturales. Fue, por ende, un concierto tranquilo pero de emoción desbordada por la profunda y sonora voz de Cavanagh.