Fotografía: RAMIRO MARTÍNEZ
Texto: DAVID MELÉNDEZ
Los recuerdos son un motor de vida, les guste a no les guste a aquellos que siempre andan por la vida queriendo borrarlos.
El nombre de Rita Guerrero, para miles de personas, es entraña pura. Junto con Santa Sabina confeccionó un tejido capital dentro de la historia del rock mexicano. Pero los heraldos negros, esos de los que con tanta oscuridad hablara el poeta peruano César Vallejo, de vez en cuando se hacen presente en la realidad y llevan a cabo funestos actos. En 2011, Rita murió por desgracia y se silenció una titánica carrera como cantante. Pero a Guadalajara llegará este 29 de septiembre De Vuelta Al Sol, un homenaje que sus compañeros de Santa Sabina (ahora renombrados Los Sabinos) le harán dentro del Conjunto de Artes Escénicas (CAE) de la Universidad de Guadalajara. Nombres como Alejandro Otaola, Alfonso Figueroa, Patricio Iglesias, Juan Sebastián Lach, Jacobo Lieberman, Leonel Pérez, Aldo Max y Pablo Valero, revivirán el legado de esta banda que hizo historia y leyenda en su tiempo. Además, participarán músicos locales como Sara Valenzuela y Ugo Rodríguez, y la sobrina de Rita, Belén Ruiz Guerrero, que también compartirá el escenario acompañada de su chelo. Como detalle extra y previo al concierto, se proyectará el documental Rita, El Documental del cineasta Arturo Díaz Santana, en la Cineteca del CAE.
Como pretexto perfecto previo a su visita a Guadalajara, Nine Fiction platicó vía telefónica con Alfonso Figueroa, bajista mítico de esta agrupación y esto fue lo que nos comentó:
Poncho, en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara, te vimos visiblemente conmovido al final de la proyección de Rita, El Documental. En retrospectiva, ¿qué te pareció este acercamiento visual a la memoria de tu banda, Santa Sabina, y la de tu compañera de juergas musicales, Rita Guerrero?
Es una pieza muy lograda, aunque soy sincero, no sé muchos detalles de cine, no sé si es buena o mala en cuestiones técnicas. Pero es emotiva y es humana, lo cual para mí es algo valioso. Y creo que los documentales deben de hacer y provocar todo eso. Porque revives esa vivencia reflejada y la forma de cómo se dieron las cosas para los que participaron ahí, en Santa Sabina. Llega hasta lugares profundos, este documental, y a mí se me salen las lágrimas. Arturo (Díaz Santana) se acercó al corazón, a las verdaderas emociones de las cosas. Y logró un acercamiento que la gente lo agradece. Yo lo agradezco. Y ver este documental, para mí, es una forma de emancipar la tristeza.
Por otro lado, ¿cuál es el sentimiento primigenio que como músico palpas al momento de revivir todas estas canciones que miles de personas atesoran en sus tímpanos y corazones?
Primero, no quiero que se pase la vida y que sólo quede en ‘deseo’ eso de volverlas a tocar en vivo. Pero esta respuesta sensorial se da ante esta ignominia del destino y del tiempo que nos dice que las cosas son así, fatales. Entonces, no nos queda de otra más que reconocer el amor que nos tenemos, en este caso el amor como banda, el amor por tocar estas canciones, el amor por estar juntos y tocar. Ya somos otros, es verdad, pero yo sé que me gusta tocar con mis compañeros. Por eso, qué mejor motivo que enseñarle a la gente estas canciones que creamos con nuestra compañera y artista, y compartirlas con otros que quizá no les tocó ir a un concierto de Santa Sabina. Ahora hay mucha oferta de muchas cosas. Vivimos, como banda, un momento en que quizá no había tantas cosas en cuestión de oferta cultural como ahora. Vaya, no hay hoy necesidad de saber quiénes éramos nosotros. A las nuevas generaciones, si existió o no Santa Sabina, pues les da lo mismo. Pero para los que presenciamos y compartimos ese momento, sí es algo que quisiéramos compartir con otros. Pero, las ganas de tocar con mis amigos, es el meollo de todo.
Ahora bien, de toda la pléyade de grandes músicos que estarán presentes en De Vuelta Al Sol, destaca la participación de Belén Ruiz Guerrero, sobrina de Rita. ¿Cómo se dio esta colaboración tan ad hoc dentro de este homenaje?
Fue lo más natural que le ha pasado a la banda. Ahora que hicimos los conciertos en el Teatro de la Ciudad de México, hubo un foro donde participó el Coro Virreinal Rita Guerrero y las adaptaciones a coro de dos canciones de Santa Sabina, una la hizo el sobrino de Jacobo (Lieberman). Es como una cosa generacional esto de retomar el legado de Santa Sabina. Pero hablando de Belén, aquí en DF ella es bastante connotada y todo el mundo quisiera que tocara en sus proyectos. Pero en nuestro caso somos como hermanitos. Un día, Leonel (Pérez) no pudo estar en una tocada y obviamente le hablamos a Belén. Nos comunicamos, podía y dijo que con mucho gusto tocaba. Y Leonel respondió ‘perfecto’. Así que cosa más natural no se pudo dar. Y ya la hora de tocar, pues es un agasajo extra, hacerlo con ella.
Y ya que están sobre el derrotero de tocar en vivo de nueva cuenta, Poncho, ¿existe la posibilidad de nuevo material por parte de Los Sabinos o hacia dónde enfila el anhelo futuro?
Primero, estamos planeando para el 2019 los 30 años de la primera tocada de Santa Sabina. El 2 de febrero próximo se cumple la primer tocada de la banda. Y este concierto de festejo queremos que vaya a muchos lugares y que sea una visitada completa a nuestra discografía. También, que sea lo más escénico que podamos, lo más visual, plástico, interactivo, sin que nos coma lo que esté sobre el escenario, claro está, pero usando lo que podamos usar. Ya ves que con Santa Sabina le hablábamos a bailarines, pintores, o le decíamos a alguien que hiciera un video. Este festejo es para tocarlo ante la gente que quiso la banda y quien no la conozca, que se de una ligera noción de lo que pudo haber sido un concierto de Santa Sabina con Rita. Y si de ahí sale hacer nueva música, estamos abiertos. Todo esto es para preparar la cancha para ver si nos da la vida y nos toca la buena de hacer más canciones.
Para finalizar y ya que rememoras es primera tocada, ¿recuerdas cómo fue esa primera tocada de Santa Sabina pero en Guadalajara?
Fue en la boda de José Fors, de su primer matrimonio, no sé cuántas veces se ha casado ya. No recuerdo la fecha exacta, 1989 ó 1990, quizá. Alfonso (André), que era como nuestro mentor, era muy amigo de Duda Mata. Entonces, le dijo a José ‘estos chavos tocan bien chido’ y no sé como José nos escuchó y dijo ‘vengan a tocar a mi boda’. La boda fue en un castillo que está en Guadalajara y dicho castillo está perdido en mi memoria. Recuerdo que José estaba vestido de Frankenstein, pero no en dónde estaba ese castillo (risas).