Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía: Manuel Gonzalez
Los retos son el mejor pretexto para pisar nuevos derroteros.
Y Ximena Sariñana se ha vuelto experta en ponerse retos y sacarlos adelante, por más curiosos o extraños que estos sean o, simplemente, yazcan alejados de su zona de confort. Por ejemplo, su participación en la canción de “Mis sentimientos” de Los Ángeles Azules, por ejemplo, la llevó a un mundo de cumbia y ritmo donde un mercado “más” popular la arropó como si fuera una de las grandes consagradas, mientras que su coqueteo con el sector más rockero sigue viento en popa y le inyecta a su propia música alas nuevas para matizar su pop dulce y de baja frecuencia.
En esta constante búsqueda, ahora Ximena llegó a Guadalajara para adentrarse a los vericuetos de las Big Bands gracias a que fue la invitada sorpresa para el concierto de clausura del Festival Arte y Comunidad Zapopan 2016, que tuvo lugar en el Parque Metropolitano. Pero, ¿en qué consistió este nuevo reto?
Sencillo: Ximena cantó estándares de jazz y algunas otras canciones de otros géneros con inmensa fama dentro de los tímpanos de los melómanos junto a la Klaus Meyer Big Band. Y, claro, despachó también cortes de su propia autoría y hasta invitó a José Fors y a Carlos Avilés de Cuca para interpretar una versión llena de maderas, metales y ritmo sincopado de “El son del dolor”.
Minutos antes de las 19:30 horas, las alrededor de 600 sillas ubicadas frente al escenario dispuesto en una de las secciones del Parque Metropolitano, ya estaban ocupadas en su totalidad y más de mil personas se encontraban congregadas —unas sentadas o paradas, otras tantas hasta acostadas o como si estuvieran en un picnic dominical— para ver y escuchar el concierto de Ximena Sariñana. Y, hay que decirlo con prontitud justa: fue un directo curioso, en el sentido en que se le pidió a los presentes que se “sentaran” para que no hubiera ningún tipo de problema, puesto que había muchos niños y familias presentes en sana paz. Así que, ya saben, persona que no se quisiera sentar, se le exigía por medio de gritos, silbidos y hasta insultos que se agachara y sentara.
La presencia oficial estuvo representada por José Luis Tostado Bastidas (Síndico Municipal del Ayutamiento de Zapopan y en representación del Presidente Municipal de Zapopan, Jesús Pablo Lemus Navarro) y Luis Gerardo Ascencio Rubio (Director de Cultura del Ayuntamiento de Zapopan). Ambos despidieron este festival cultural que latió por 24 días y que tuvo presencia de nueve países. Para cuando terminó el acto protocolario, los más de diez integrantes de la KM Big Band tomaron sus asientos y dieron arranque con una introducción instrumental para enseguida recibir a Ximena (vestida en impoluto negro) que comenzó a cantar “The way you look tonight”, tema compuesto por Jerome Kem y que Fred Astaire cantara la cinta Swing Time (1936). De aquí en adelante, fue una velada bien recibida por el público pero con inmensos altibajos en materia de interpretación y arreglos. Brillaron enormemente temas como “Summertime” de George Gershwin (voz, ritmo, metales y síncopa lograron que fuera la mejor de la noche), “What a wonderful world” (que hiciera famosa Louis Armstrong), “Sin ti no puedo estar tan mal” (tema original de Ximena que resultó otra sorpresa sonora, gracias a que fue austera y justa en los arreglos, enfatizando bajo de forma endiablada, al igual que batería y teclado) y “I’ve got you under my skin” de Cole Porter, que tuvo la modulación vocal justa y metales prominentes. El caramelo de la noche fue “Mis sentimientos” de Los Ángeles Azules (por obvias razones), donde el bajista de KM Big Band, Joaquín Fregoso, sirvió de segunda voz y hasta pareja de baile de Sariñana sobre el escenario. Mientras que “El son del dolor” de Cuca se sostuvo a duras penas en credibilidad sonora gracias a que es un tema famoso hasta el tuétano y querido por toda la masa, pero no por la interpretación escuchada en el Parque Metropolitano. El arreglo de la canción era demasiado bajo para la voz inconfundible de Fors, no hubo esa empatía mágica vocal con Ximena y su clásico riff en guitarra eléctrica fue “comido” por los metales. Cuando unían juntos su voz para cantar el estribillo era obvio el desface y se escuchaba un blanco y un negro queriendo ser un mismo color.
Tras 16 temas (cerrando con la pegajosa “Vidas pararelas”), Ximena Sariñana dijo adiós y un nuevo reto estaba superado. Aunque el resultado no haya sido copiosamente perfecto, es admirable el tesón de animarse y llevar el reto pactado a su culminación. En ese aspecto, Ximena está dando mucho de qué hablar y va cimentado paso a paso su carrera. Falta la definición exacta del rumbo que seguirá en los próximos años, mas la determinación es palpable y late con vida propia.