Texto y fotos por Andres Amezcua
En los Años 70´s el mundo estaba sumergido en una grave crisis económica y política. La Guerra Fría, los embargos petroleros, las crisis industriales, el fin de la guerra en Vietnam, el surgimiento de importantes movimientos terroristas, el Watergate, las dictaduras en América Latina fueron caldo de cultivo para el florecimiento de descontentos y rabias sociales.
Por aquellos años, Reino Unido no era ajeno a estas crisis. La sociedad inglesa, tradicionalmente conservadora, comenzaba a sufrir importantes cambios sociales, debidos en gran medida al auge de la revolución sexual y a la gran ola de inmigración de indios, paquistaníes y caribeños. Poco a poco las islas se iban abriendo paso a las transformaciones del mundo; históricamente cerradas, los cambios se hicieron palpables en la moda y en el arte. Los inmigrantes se colaron en los council houses (algo así como nuestras casas y barrios de Infonavit), en donde convivieron, se integraron e influenciaron a los sectores obreros de la sociedad inglesa. Este intercambio cultural permitió el surgimiento de nuevos grupos urbanos y expresiones culturales: los rudeboys, los mood, los skinhead.
En la música comenzaron a surgir una serie de grupos como The Damned, GBH, Buzzcoks, The Adicts, Sex Pistols y The Clash caracterizados por un sonido simple, agresivo y de corta duración, así como de una estética transgresora: mohawks de todos los colores, leather jackets con estoperoles, botas, pantalones parchados y rotos, en fin, no había una regla para vestirse. Nació el punk y se adjudicó la bandera de la contracultura: las reglas están para romperse.
Desde ese momento el movimiento punk se convierte en la cuna que albergará cualquier forma de descontento social hacia los poderes establecidos y la tradición cultural de occidente. Ya no será un movimiento exclusivo de la Gran Bretaña, éste se contagia como un virus en otros países. Llega a Estados Unidos y de ahí a América Latina. La música es el medio para transmitir el mensaje del hazlo tú mismo. Las puyas en las letras de sus canciones van en contra de la religión, de los políticos por esencia corruptos, de las convenciones sociales, del american dream, de la policía, del fascismo, y de cualquier cosa que oprimiera la libertad del individuo.
Muchas concepciones filosóficas convergieron en este movimiento: desde el nihilismo, socialismo, anarquismo hasta posiciones ideológicas más modernas como el ecologismo, el veganismo, el Staigth Edge y el movimiento LGTB, por nombrar algunos.
A cuatro décadas de que naciera el movimiento, y a pesar de que este ha mutado y ha adquirido nuevas expresiones, subyace su esencia contracultural y de protesta. Porque el punk no es solo un género musical, ni siquiera una estética irreverente. El punk es una actitud de enojo y rabia contra esa realidad que nos oprime. Porque ante los Trump´s en turno, ante nuestra mediocre clase política que solo nos hunde más y ante todas esas expresiones de conservadurismo que azotan de nuevo al mundo, es necesaria, más que nunca, una actitud de rebeldía como la que inspiró el surgimiento del punk en los años 70’s.
Son cuatro décadas en las que el punk se ha convertido también en ese rincón de la realidad que nos permite expresar nuestro hartazgo contenido. La música es la voz de los desprotegidos, de los que no tienen nada, de los miserables, de las escorias hambrientas que sobreviven a diario de míseros sueldos, y muchas veces ni de eso.
Para recordar estos más de 40 años del movimiento en el mundo, el próximo 12 de mayo se llevará a cabo en el Foro Independencia el Festival Internacional de Punk HC, el cual reunirá bandas emblemáticas de la escena internacional: GBH (Ing), La Brigada del Vizio (Esp), Dogma Mundista (EUA), San Peceeste (Col); así como las precursoras del punk en México Sedición (GDL), Fallas del Sistema, Solución Mortal (Tij), M.E.L.I. (CDMX). La mesa está bien servida para recordar hoy más que nunca que el punk´s not dead.