Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía: DIEGO RODRÍGUEZ
Y de forma infalible, se hizo la coordenada.
Sí, el Festival Coordenada 2017 transformó la vida de miles de personas por espacio de 48 horas, con más de 40 bandas nacionales e internacionales que tomaron, ahora sí, completito el perímetro de Trasloma. Y aquí habría que recalcar que la distribución de los escenarios y el acomodo de las diversas zonas de descanso, gastronómicas y de consumo, fue el correcto, con lo cual se garantizó un tráfico adecuado en todo momento; claro, al cierre de ambos días la cantidad de personas era tal, que ya era más bien un hormiguero humano pero eso era de esperarse ante las grandes expectativas que flotaban por doquier. Aún así, existieron maneras cabales de llegar hacia alguno de los tres escenarios que finiquitaron las actividades sonoras de cada jornada, porque ahora hasta las ‘lomas’ de Trasloma tuvieron incluso cuerdas para escalarlas y así tener un atajo bajo la manga para llegar más rápido al escenario elegido. Había que tener pericia, eso sí, pero no hubo imposibles para muchos asistentes. Y el detalle de los miles de metros cuadrados de pasto sintético para evitar las tolvaneras, fue otro acierto de oro.
Claro, hubo quejas y duras pero fueron minoría. Digamos que un cinco por ciento de los asistentes tuvo algún problema con su carga anticipada de su pulsera para pagar dentro del festival y, obvio, fueron iracundos a reclamar a un módulo en específico donde se resolvieron casi todas las desgracias. Y para cuentos recurrentes en Guadalajara, de nueva cuenta hizo su presentación triunfal el fantasma de las colas que parecen no avanzar porque en nuestra ciudad estamos acostumbrados (de mala forma) a llegar a la recta final de este tipo de eventos. Claro, si la mayoría decide llegar a las 19:00 horas, no esperen que cinco mil personas pasen en 15 minutos a sabiendas que siempre hay, por lo menos, dos filtros de revisión por parte del personal de seguridad. Y lo anterior se vio reflejado con una cola hasta Plaza del Sol y que avanzó a paso de tortuga moribunda. Cientos pasaron el coraje de sus vidas, pero, por qué no llegar temprano, tranquilos, hacer dicho esfuerzo realidad y conocer nuevas propuestas musicales o si no, simplemente disfrutar el entorno y descubrir el espacio cerrado de Pepsi (donde dos ex integrantes de La Lupita se echaron un gran palomazos), la piscina de espuma de Oggi Jeans, la presencia de Cinemex y sus palomitas tronantes, el stand de Monster donde hasta hacían cortes de cabello, la zona VIP de Cerveza Indio, o el pequeño escenario de Casa Comedy, donde se dio cita la risa y el Stand-Up con nombres como Ana Julia Yeyé, Álex Fernández o Daniel Sosa.
Al final, el Festival Coordenada 2017 triunfó con creces en todos los sentidos. El 20 y 21 de octubre se volvió histórico y no existen mayores quejas sino el recuerdo de un sabor de boca excelso. Aquí les dejamos las intrínsecas vicisitudes de ambos días…
21 de Octubre
El primer gusto del arranque fue toparse con cientos de personas que ya estaban listas para presenciar los primeros actos sonoros. Lo anterior no sucede siempre en Guadalajara, en donde todo se deja para el final y los tapatíos son reacios a pasar siquiera un par de horas bajo el sol. El escenario VivaAerobus fue el que cortó el listón inaugural a las 15:30 horas con la banda defeña Midnight Generation, que fue la ganadora de un concurso de nuevas bandas promovido por Circuito Indio. Su electropop veraniego con bronceado vintage (con mucho talk box incluido) fue bien recibido y esa canción de «Young girl» ya es un clásico de este 2017.
Enseguida llegaron las chicas mexicanas de Ruido Rosa al Stage Indio, que tuvieron como invitada a la guitarrista oriunda de Michoacán, Ana Rizo. Su rock de raspadura sutil ardió en temas como «Días de verano». Al mismo tiempo pero en el escenario AT&T, los españoles de Sexy Zebras soltaron sus corceles de garage directo y rudo, con esas connotaciones guarras tan propias de sus cuerdas vocales. Siguió el turno de Centavrvs con su regional mexicano con buenas dosis de electrónica guapachosa (con su nombre mal escrito en el programa general), mientras que en el escenario Escena Indio sucedía el primero de los milagros: la banda británica Pumarosa se llevó cientos de corazones de la mano de su vocalista Isabel Muñoz-Newsom y una música de viaje de rock sentitivo, con toque de trip hop y viaje astral incluido. Fue un placer ver una banda con su álbum debut, The Witch, y en la antesala de pisar las grandes ligas de la música. Soberbia la interpretación de su tema «Dragonfly».
Después, las cosas comenzaron a bifurcarse: arribó el synthpop electrónico de los ingleses Glass Animals, con su vocalista Dave Bayley saltando como poseso por doquier, el metal áspero con decibeles infernales de Ágora, el punk rock de División Minúscula que reunió a las primeras miles de personas (donde despacharon diez temas, incluido un cover no tan afortunado de «It won’t back down» en honor a Tom Petty), y una Amandititita muy efusiva y vestida a la usanza deportiva que ofreció sus mejores éxitos (como «Metrosexual») y que hasta sacó una gran tela blanca donde se leía ‘La esperanza es un riesgo que hay que correr’. Por su lado, Mon Laferte enamoró a todos con su voz (hasta a la vocalista de Paramore) y en su presentación incluyó un cover de los peruanos legendarios Los Saicos y otro de Selena, además de ofrecer un directo intenso y demostrar que su fama no es pasajera. A esa mismo hora, a las 19:20, salió la segunda sorpresa: el trío británico The Cribs que dio cátedra de distorsión y desfachatez sonora. Aunque andaban estrenando disco, 24-7 Rock Star Shit, de este sólo interpretaron «Rainbow bridge» y centraron su directo en repasar con garra lo mejor de sus álbumes pasados.
Enseguida llegó un bloque de alta concentración de personas con el español Carlos Sadness, la cadencia hipnótica de baja frecuencia de Cultura Profética, el hip hop pegajoso de Simpson Ahuevo, el revival de Paramore y Rostros Ocultos, y los tres conciertos memorables de la noche, con unos Interpol por demás correctos, esos Phoenix impecables en ejecución y sonido, y los estadounidenses de The Growlers probando que en vivo son mortíferos para potenciar sus ritmos funk con esas vocales en estado salvaje para cazar seriedades.
El final se fue como agua sobre la arena con Nortec Collective, al poner a bailar a todos los que quedaron de la gran desbandada tras Phoenix. Norteño electrónico con alma pop fue el broche final del primer día.
22 de Octubre
Para la segunda jornada, la atmósfera cambió por completo y todo estuvo más cargado a los sonidos del rock latinoamericano. Las excepciones fueron Garbage y Band Of Horses. Mientras que Shirley Manson y compañía dieron un concierto cumplidor (sin Butch Vig en batería, quizá cumpliendo algo extra con su nueva banda 5 Billion In Diamonds y ciertas fallas en vocales por parte de Shirley al interpretar sus primeros éxitos como «Stupid girl»), los oriundos de Seattle que, comandados por el espigado Ben Britwell, dieron cátedra de rock sureño empático y cerraron con esa joya de toda melancolía sonora llamada «The funeral».
También los otros que levantaron grandes olas de emoción fueron los españoles de La Habitación Roja (con su rock engasado al vacío de la completa finura) y Los Planetas, que son expertos en las artes marciales de las mareas internas con su rock cósmico. Y, claro, no se puede dejar de destacar la labor de su baterista, Eric Jiménez, que regala hasta la última gota de sudor y pasión sobre la farola. En un apartado especial colocaríamos a The Chamanas, que por fin llegaron a tierras tapatías con su nueva vocalista, Paulina Reza, que ha sabido encontrar su propio nicho vocal y es una frontwoman con todas las de la ley. Y por supuesto que exuda un histrionismo muy característico sobre el escenario que la hace brillar con luz propia. «Tu farol» y el cover de Portugal. The Man, «Feel It still», sonaron a celestialidad total con ese huapango electro fronterizo de altos vuelos tan característico de su propuesta sonora.
Por el lado del baile, los tapatíos de Fanko hicieron lo suyo, Los Pericos regalaron sudor y recuerdo, Los Rastrillos y La Toma hicieron lo propio con su ska y reggae, Tino El Pingüino metralló con sus rimas irónicas y cadenciosas, mientras que los chilenos de Estelares ofrecieron buen rock delicado, los Ghetto Kids pusieron el perreo sideral, Insite lanzó su hardrock emocional, y Okills ese rock pop punzante, y Los Caligaris regalaron festividad sonora casi de carnaval que encanta siempre a toda Guadalajara. Reyno, a pesar de estar expandido a seis integrantes, parece estar diluyéndose en mareas bajas, y el proyecto electrónico de Zeta Bosio llamado Shoot The Radio, no parece tener un futuro asegurado fuera del mero divertimento de volver a ver en activo al ex bajista de Soda Stereo. Y aquí habrá que entrar al fango de la desgracia con Víctimas del Doctor Cerebro, que dan cuerpo y alma sobre el escenario pero su música en directo deja de ser apetecible para escucharla más allá del recuerdo, y en la segunda encarnación del Rock En Tu Idioma Sinfónico, Sabo Romo sigue queriendo promoverlo cuando el barco está hundido. Resulta incongruente la poca cohesión entre lo clásico y lo rockero que se da en dicho proyecto. Nadie había escuchado una versión tan accidentada y pobre de «El diablo» en la propia voz de Leonardo de Lozanne. Pobre Paco Huidobro.
Mas la noche final fue de Los Auténticos Decadentes (hit tras hit, baile tras baile, y con Caligaris invitados a participar en el guateque nocturno), Kinky (brutales, sus directos son ideales para saltar), Lucybell (increíble su sonido, soltando himnos para parte cualquier noche) y Molotov, que simplemente llegó a romperla y darse a querer.