Texto: DAVID MELÉNDEZ
Quién lo fuera a decir: NOFX regresó a Guadalajara tras 16 años de impasse y el enorme hueco de tiempo no se notó en lo absoluto.
Canciones más, canciones menos, Fat Mike y compañía (El Hefe, Eric Melvin y Erik Sandin) despacharon un directo justo en la antesala del caos, ahí donde las guitarras distorsionadas laceran al tímpano. Para muchos, el lejano año de 1999 —cuando pisaron el escenario del Hard Rock Live— parecía un recuerdo muy difuminado por el paso del tiempo. Para otros cientos de jóvenes, dicha fecha ni siquiera existe en sus memorias formales, ya que apenas eran unos niños que comenzaban sus estudios primarios y, a lo mucho, escuchaban la música de sus padres o al Cepillín atemporal y entrañable. Así que para ellos, ésta velada fue su debut con NOFX en vivo y a todo sudor.
¿Qué decir de la gloria y desfachatez de una de las glorias del punk estadounidenses, ése que se nutrió de la esencia de la patineta? Sí, es imposible no asociar a NOFX con nombres como Powell-Peralta, Santa Cruz o Vision Street Wear. Pues, bien, la gloria prosigue, impoluta al paso de las décadas y Fat Mike conserva su hilarante sentido del humor y músculo eterno sobre las tablas del escenario.
Todas las vicisitudes de adrenalina pura tuvieron su preámbulo con el calentamiento sonoro de las agrupaciones Balas, Inadapta2 y No Tiene La Vaca. A todas ellas se les escuchó bien engrasadas en su estilo. Aunque algunas son más cargadas hacia los sonidos agrestes y rasposos, lo cierto que es la emoción por ser teloneros de NOFX hizo que sus presentaciones fueran rectas y bien cimentadas. Por su parte, los segudnos estelares de la noche, los canadienses de Mute, mostraron que tienen harta experiencia en subirse a un escenario e infectarlo de punk duro. No en vano es una de las bandas que más toca en Canadá y hasta en un año se han echado alrededor de 500 conciertos.
Al salir NOFX, toda la masa quedó unificada. Desde el corte de listón con su tema «60%» y hasta el último suspiro de fuerza y aliento que quedó coronado con «Kill all the white man», el concierto fue un atasque de éxitos y slam furtivo en cada ricnón del C3 Stage.
¿Canciones explosivas hasta el hartazgo? «The Moron Brothers», «Leave It alone», «Bob» y «Murder the Government», entre otras.
Mas la noche también fue redonda gracias a la presencia de más de mil personas que trituraron el perímetro del C3 Stage. Resultó increíble la entrega del público que, en todo momento, fue una masa unida cuerpo a cuerpo para enfrascarse en el juego del slam, no carnicero, pero sí majestuoso y frenético. Incluso fue la noche del body surfing: parecía que todos estaban preparados a ser cargados por decenas de manos y arrastrados hacia el front row, ante la mirada desencantada y llena de preocupación de los encargados de la seguridad. Ahí entre cada gota de sudor, escurrió otra de emoción y euforia. Y la comunión justo a escasos metros del escenario, sacó prácticamente un magma invisible que calentó el ambiente a niveles insospechados. Entonces, el sudor comenzó a evaporarse.
Porque habrá qué destacarlo: cada canción fue coreada y replicada hasta el desgarro de las cuerdas vocales. Cada garganta fue fiesta sin descanso, cada mueca de desenfreno que se moldeó en las caras de cientos asistentes fue la señal de triunfo por estar viviendo la noche de sus vidas.
Así, bajita la mano, el concierto de NOFX puede catalogarse como uno de los mejores de este 2015 en nuestra ciudad. ¿Que no fue masivo? Para nada importa, porque en el pequeño espacio del C3 Stage se presenció un hecho listo para colocarse en las páginas de la historia, gracias a esa entrega de los tapatíos que, a veces, parecen monigotes de plastilina que no se mueven ni en defensa propia.
Esta noche, junto a NOFX, se comprobó que los tapatíos tienen madera de público. Hasta parecía que no estábamos en pleno 2015, donde muchos asistentes a conciertos prefieren la cero interacción con los demás asistentes y gustan de llevarse a sus novias para quedarse abrazados a ellas como si fueran su Faro de Alejandría personal, que los protege de toda la masa salvaje que se destrampa con guitarrazos desefrenados y distorsionados.
¡Larga vida a NOFX!