Texto: Yvonne Bagnis
Fotos: Mike Camacho
El Riot es un festival que se realiza en Chicago, Illinois desde el 2005. Desde sus inicios se ha promovido el punk, el rock, la música alternativa, el metal y el hip-hop y las presentaciones se llevaban a cabo en pequeños foros, al estilo SXSW pero más punk y petite comité, pero reinventando la forma de disfrutar la música. Para el 2012 los espacios ya eran insuficientes, por lo que el deambular por la ciudad en busca de shows ya no era factible, lo que dio pie a que se buscara un espacio nuevo para realizar el festival durante tres días en un solo lugar: Humboldt Park. El parque está ubicado en un barrio puertorriqueño de la ciudad con amplias áreas verdes, accesos y transportación.
Y no fue sino hasta este año que el Riot llamó nuestra atención–para quedarse para siempre –con las presentaciones de Iggy and the Stooges, Rise Against, ThePromise Ring, entre otras decenas de bandas y entonces, viajar a Chicago cada septiembre se ha convertido en una tradición. En primera porque la ciudad es enigmática y te invita a regresar, pero sobre todo, a que si eres amante de la música y un old-school empedernido, el Riot es para ti, ya que entre sus sonidos siempre encontrarás a aquellas bandas que tal vez viste en tu adolescencia temprana o que creciste escuchándolos pero que jamás soñaste con verlos, tal fue mi caso con 7 Seconds, Buzzcocks, Elvis Costello, Iggy Pop, The Replacements, entre otro centenar de bandas que el festival le ha regalado a mi colección de conciertos.
Si bien la ubicación de Humboldt Park fue muy criticada por considerársele problemática y hasta peligrosa, a nosotros nunca nos sucedió nada. Sí, al salir a encontrar transporte de regreso era una calamidad y a veces para llegar había que sortear los camiones atascados como metro Pino Suárez a las 6 de la tarde. La realidad es que era cómodo. Sin embargo, en el 2015 trasladaron el festival al Douglas Park, una zona que no es latina con más transportación alrededor y mejor distribución de los espacios. Pero sin importar estos experimentos por parte de los organizadores por encontrar la mejor ubicación, el Riot es la mera onda. Es un festival familiar, donde no sólo se montan escenarios –generalmente 6– chiquitos y grandotes, se montan también juegos de feria para chicos y grandes, puestos de comida –chatarra, típica americana, vegana: para todos los gustos– dándole un toque de carnaval donde papás mayores de 35 pueden asistir con toda su prole a pasar un día genial e inculcar buenos gustos musicales a su descendencia. Además de contar con una serie de afters con bandas extras o protagonistas del festival donde puedes verlas de forma más íntima.
Las áreas verdes permiten descanso, en caso de que no llueva, recordemos que en Chicago las condiciones climatológicas oscilan bastante y pueden ser días llenos de calor, como frías noches de viento o lluvia helada. El área de comida tiene muchas opciones y precios accesibles. Las bebidas en Estados Unidos no son baratas pero el festival permite entrar con botellas vacías las cuales puedes rellenar en los bebederos. Cuentan con servicio de locker –réntalo porque se acaban– para tener una mayor comodidad y no andar cargando la mercancía de las bandas que compraste, los suéteres o el agua. Hay montones de sanitarios y, generalmente ni el papel ni el gel anti-bacterial escasean. Tal vez hablo como una octogenaria, pero a mi edad hay ciertas comodidades que se agradecen. El show comienza el viernes alrededor de las 12 del día y termina el domingo a las 10 de la noche. Cada día es igual, inicio y cierre.
De verdad que el festival se ha convertido en una de las mejores tradiciones que hemos hecho, vivir de concierto tres días, pasear por una ciudad llena de arte, arquitectura, fiesta. Hasta ahora sus carteles siempre nos sorprenden gratamente, obligándonos a volar hasta allá a revivir nuestra juventud, bailar a ritmo de ska, pop punk o cualquier otro género que esté resurgiendo o tomando bríos.
Los boletos cuestan alrededor de 150 dlls. con acceso para los tres días que se pueden comprar por Internet y sólo debes llevar tus tickets impresos, lo único malo es que no hay reingreso. La ciudad no es muy barata pero tampoco es impagable; además tanto el Humboldt como el Douglas Park están dentro de la ciudad, lo que se agradece, no andar peregrinando por el desierto o los campos para llegar a escuchar buena música. La gente suele ser muy amable, pocas veces hay conatos de pelea o mala vibra. Cada quien jala para la banda que quiere ver y al finalizar, para subir a los autobuses las filas tienden a ser ordenadas.
Para mí, es el mejor festival que hay hasta ahora, podría hacer una larga lista de las bandas que he visto, las camisetas que he comprado y que visto llena de nostalgia, pero esto sería interminable. Es una memoria musical que cobra vida, donde Joan Jett y Bad Religion compartirán escenario. Donde un año verás a The Cure y otro a Morrissey. Este año habrá bandas como Jawbreaker, Nine Inch Nails, At the Drive-in, entre otras para volarte la cabeza.
Riot de mi corazón ansío verte.
Si no conocen el cartel de este gigante festival de la música, se los dejamos aquí