Texto y fotografías: ALEJANDRO GUERRERO
«… Mi español es poco malo, but I keep learning«.
En punto de las 21:00 horas y dentro del Teatro Diana, las luces se apagaron y las puertas hacia otra dimensión fueron corrompidas, mientras que la luna eclipsó al sol y supimos que detrás del velo de ese humo misterioso, se asomaba el mítico Steve Hackett y su grupo: el tecladisca Roger King, el virtuoso Gary O’Toole en las percusiones, el multifacético Rob Townsend en el saxofón, flauta y percusiones, la voz Nad Sylvan y el gran Jonas Reingold en el bajo.
Estos extravagantes y conocedores de tierras inhóspitas transportaron por más de dos horas a cientos de personas, a lugares y atmósferas que encendieron el ánimo de muchos admiradores de antaño que sin lugar a dudas les trajeron esos recuerdos de años de pasajes a otra realidad, mismos que quedaron aferrados a sus asientos con los ojos cerrados y con ese sentimiento de consolación al sentir cómo las notas de Hackett entraban no en sus oídos, sino prácticamente en sus almas, al derretorse en el vacío de los sueños en busca de una visión o ese umbral que nos envolvió, nos eclipsó…
Además, sonaron éxitos de Génesis, ante lo cual Hackett logró una mayor euforia entre los invitados al concierto. Todo lo anterior estuvo enmarcado en su gira Genesis Revisited, Solo Gems & GTR Tour de Force. Desde antes de arrancar en forma su presentación, ya había advertido que sería un concierto «muy largo«.
Cabe mencionar, para finalizar, que Hackett visitó la Perla Tapatía por primera vez en sus cuatro décadas de trayectoría profesional. A la par, su finalidad como músico es extender el pensamiento positivo ante la «diversidad y la diplomacía multicultural» que sufre el mundo en estos ultimos años y en su mente creé firmemente que la música derriba fronteras.