Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografías: LUIS GÓMEZ SANDI (LAGS) y ALEJANDRO GUERRERO
Cuando el destino parte un corazón musical, no debe de existir quebrantos porque también en las divisiones fortuitas se logra una unión.
Y que una tromba con granizo incluido, haya partido al Cosquín Rock México en dos y cancelado todas las actividades musicales justo cuando las emociones ya estaban sobre cubierta, fue un aliciente extra y hasta efusivo más que la tragedia de la que todos hablan. Sí, es cierto, hubo personas que vinieron de otros estados y quedarse no podían en Guadalajara para proseguir a la mañana siguiente con los grupos que no tocaron por la lluvia inclemente, pero un viajero debe de tener en cuenta que la aventura y la desgracia van de la mano siempre. Aunque muchos odiaron por este detalle al Cosquín, hubo toneladas más de opiniones positivas que justamente acaban por beatificar a este festival naciente que se «animó» a no irse al centralismo de la CDMX sino probar suerte en la Perla Tapatía. Y a pesar de que han pasado pocos días desde que todo terminó, esta odisea de lluvia, cancelación, caos, desvelos y coraje, ya se asimiló y ya hasta se anhela la tercera edición.
Antes de la tormenta, cientos de personas se dieron cita muy puntuales a partir de las 13:00 horas y con un sol que cayó con plomo real sobre la piel. Hubo momentos, incluso, donde la sensación térmica superó los 40 grados centígrados y nadie se amilanó. Como ya es costumbre, José Palazzo (el padre y creador del Cosquín allá en Argentina), se colocó detrás de las tornamesas para soltar canciones históricas del rock latinoamericano antes de los actos en vivo. Previo a finalizar su set, colocó dos bombas perfectas en los oídos de los que ya estaban en Calle 2: «El amor después del amor» de Fito Páez y «No voy en tren» de Charly García. Y entonces todo arrancó con inusitada fuerza sobre el Escenario Dulces Vero con Turf, ese combo argentino que en directo se agiganta hasta la locura, gracias a ese frontman de nombre Joaquín Levinton que sabe echarse a la bolsa a todas las personas con su actitud desfachatada pero entrañable. Quien no se prenda como pira humana tras escuchar «No se llama amor», es mejor que se retire del formato de conciertos y se recluya en su cuarto para pasar al encierro eterno de la música. Turf ya tiene cientos de nuevos fanáticos que, sin más ni menos, ya no hacen los días sin una buena dosis sonora de su música.
Enseguida, los escenarios grandes —el Escenario Cosquín Rock MX y el Escenario Corona—, se electrizaron con la presencia de los chilenos de La Combo Tortuga y el ska argentino de Kapanga, que sirvieron para que se escucharan los primeros gritos de euforia. De nueva cuenta, fue todo un placer escuchar a Banda de Turistas en el Escenario Dulces Vero, que ahora llegó en formato de cuarteto con un sonido acorazado de forma impecable. Rasposos pero bien engrasados y soltando tanto temas nuevos («Avenida selva») como ya consagrados («Lo comandas» y «Química»), dieron lo mejor de sí y hasta su vocalista y guitarrista Tomás Putruele no sólo se bajó del escenario, sino que se brincó la valla de seguridad frontal para mezclarse entre el público e incitarlo a que formarán una gran culebra humana y siguieran su baile por donde se le pegara la gana.
Sobre ese mismo escenario, muchas personas decidieron quedarse, ya que primero llegó Rebel Cats con su rockabilly atemporal y, aunque no fue la tarde de Vincent Van Rock porque tuvo que ausentarse durante dos canciones porque su guitarra no quedaba afinada, Vince y compañía sortearon los malos tragos y hasta presentaron temas de su más reciente disco que no es otra cosa que un tributo a las grandes canciones de los 90’s, como «Gimme the power» de Molotov y «La dosis perfecta» de Panteón Rococó. Al terminar siguieron Los Victorios, banda nacida de las cenizas de Salón Victoria y que sencillamente armó el primer gran slam de la jornada.
El calor seguía en ascenso e Indios de Argentina y Diamante Eléctrico de Colombia cumplieron con éxito sus presentaciones. A destacar la gallardía de Indios que cada vez se escuchan más embonados entre ellos, con su vocalista Joaquín Vitola enamorando a todos por igual con sus movimientos veleidosos y esa voz por demás reconocible que se enrolla con facilidad a los tímpanos. Incluso se dieron el gusto de presentar «La noche» tema incluido en el EP Auxilio, que grabaron en la Ciudad de México a finales de 2017. Al pisar el escenario, tanto Ciro y Los Persas como Las Pastillas del Abuelo fueron recibidos con gritos desaforados por toda la comunidad argentina tapatía que esperaba ambas presentaciones con suma emoción. Mientras que para Ciro era su primera vez en nuestra ciudad, a las Pastillas les tocaba dar su octavo concierto en México en toda su historia. A su vez, los uruguayos de No Te Va a Gustar pusieron mucho baile y sonrisas dibujadas en cada cara que presenció su concierto. En su turno, Vaquero Negro (que contó en una canción con Odín Parada, ex Sussie 4 en guitarras como invitado) comprobó que su popularidad está subiendo como la espuma y después los locales de Los Afro Brothers esparcieron su legendario reggae por la atmósfera.
Y justo cuando el reloj marcaba las 19:02 horas y Porter sobre el Escenario Cosquín Rock MX ya había arrancado su concierto, cayeron las primeras gotas de la tormenta asesina. Lo que muchos pensaban que sería una simple posma se convirtió en un pandemonio de agua y granizo. Y en diez minutos, un vendaval azotó la Calle 2 y dejó hechas a miles de personas sopas humanas. Pero aunque después de 40 minutos la calma llegó, la voz oficial de que todo quedaba cancelado sucedió hasta quince minutos después de las 21:00 horas. Claro, un par de horas después y a través de las redes sociales del festival, se informó que los grupos faltantes (menos Babasónicos y Ataque 77) tocarían a partir de las 11:00 horas del domingo 10 de junio. Hubo corajes, hubo mentadas de madre, hubo desesperación pero también, como siempre ocurre en los peores momentos, hubo mucha esperanza. No volátil sino real, palpable. Una que a la mañana siguiente se volvió una locura de alegría
Y justamente en este Día 2, los asistentes mañaneros llegaron con la consigna de ser felices y escuchar a Inspector, Porter, Mon Laferte, Molotov y La Maldita Vecindad. Llegaron para buscar esa alegría que una lluvia torrencial les cortó la inspiración un día antes. Y así, el Cosquín llegó para permanecer, para seguir dándonos sorpresas y también sucesos inesperados. Porque así son los grandes festivales, llenos de nuevos destinos que se engarzan al compás de las masas y la música. Para finalizar, ese detalle de que los niños no mayores a diez años entraran gratis fue algo infalible. Pocas veces se pudieron ver familias enteras gozando de la algarabía del rock o el formato en vivo. Decenas de pequeñines tuvieron sus primer concierto. Y eso, eso es inolvidable.