*Vuelve a las andadas Cultura Prófética con toda la intensidad latinoamericana de su reggae contestatario.
Cultura Profética es una agrupación originaria de Puerto Rico que, a través de su música, ha expresado ideas de libertad y conciencia sobre la humanidad y la naturaleza, lo cual caracteriza a la banda por el compromiso que sin necesidad de hacerlo suyo, lo han adoptado sin reparo.
Sin embargo, en algunas canciones como ¨Rimas Pa’ seducir¨ Willy , el vocalista, deja clara la necesidad como banda de tomarse un descanso y usar la palabra y sus canciones también como un medio para difundir el amor, una misión bastante difícil tomando en consideración la situación actual de nuestro planeta.
Cultura Profética es, por ahora, la banda de reggae latinoamericana con mayor presencia en escenarios internacionales, permitiéndoles llevar su música y su mensaje a distintos lugares en todo el mundo.
Además, han logrado de una manera bastante profesional y sutil, la fusión de géneros como el soul, blues, pop y rock, con el reggae, esto sin perder la esencia del “heart beat”.
Hablando del reggae, éste es un género que al escucharlo nos hace sentirnos vivos, un género que nos pone en conexión con nuestro mundo y que además, hablando un poco del “heart beat”, el cuál es un efecto que se presenta en algunas canciones del reggae, donde se empata su beat (tempo), con el latir de nuestro corazón o sea, aproximadamente 60 bpm, haciendo que inconscientemente podamos sentir esa empatía rítmica y sentimental con la canción y con su letra, siendo éste entonces, el género que más nos conecta con nuestro yo interior y que Cultura lo logra de manera excepcional.
Así es como después de cuatro años de que Cultura Profética pisará nuestro país, visitando Mérida, Querétaro, Monterrey, CDMX y nuestra ciudad de Guadalajara, ofreciendo una gira en donde festejan sus 25 años de carrera musical, una carrera que au,nque a su paso ha sufrido algunos cambios en la alineación, las ganas de pisar un escenario tapatío y la fortaleza musical, nunca se han perdido.
Texto: Pich Valenzuela